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Para comenzar, la noche antes de empezar tomar Aspen soñé con fantasmas. Tal era mi predisposición con respecto a esta flor, la cual siempre he tenido vinculada a la percepción extrasensorial, la intuición y el misterio.

Y ciertamente lo está, puesto que se prescribe a aquellos que nacieron “con una piel de menos”, son propensos a las premoniciones y, sobretodo, tienen temores vagos de inexplicable y oscuro origen.

Sin embargo, relegar la Populus trémula, o Álamo temblón, meramente a un miedo ocultista es menoscabar su radio de acción, y quizás por ello nunca había pensado en tomar esta flor, ya que mis percepciones intuitivas, que sin duda las tengo, siempre han estado exentas de miedo.

Efectivamente, más de una vez he dicho de mi misma que soy “bruja”, refiriéndome a que hay sucesos que  he “visto venir” de antemano, o he tenido certidumbre a menudo de que algo iba o no iba a suceder, o cuánto tiempo iba a durar. Este tipo de percepción, en la que he aprendido a confiar, nunca me ha causado temor ni la he vivido de manera negativa, ni ligada al esoterismo realmente, por ello me ha costado un poco ver el aspecto Aspen en mi. Pero la flor, ha aportado un entendimiento más claro sobre estas percepciones.

En los últimos días de tomarla, cuando estaba ya preguntándome qué iba a escribir al respecto, se hizo más relevante en mi una de las certidumbres de las que hablo, sobre un aspecto concreto en mi vida. Sólo que es una certidumbre negativa, que me ocasiona desazón, aunque no miedo (o no un miedo identificado como tal). Por mucho que en el pasado le haya dado la razón a mis “visiones”, soy de la opinión de que creamos nuestra realidad a cada paso y, del mismo modo que una certidumbre positiva ayuda ciertamente a materializar aquello de lo que estamos ciertos (me veo haciendo este trabajo = consigo el trabajo), una certidumbre negativa puede aniquilar nuestra voluntad y entorpecer la consecución de lo deseado, simplemente porque no lo creemos cierto.

Por ello, Aspen, desde su invisibilidad, me ha susurrado al oído lo que suelen decir los esotéricos, que “las estrellas influyen, pero no obligan”, y que si está bien confiar en las premoniciones, todavía es mejor confiar en el poder creativo de cada uno partiendo de la creencia que uno decida. Puesto que las percepciones son, a veces, tan sólo advertencias, y la última palabra la tiene uno mismo.

Próxima semana: Beech (Fagus sylvatica)

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