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aceites esenciales

Después de muchos artículos escritos sobre aceites esenciales en este blog (y en algunas revistas especializadas), tenía pendiente escribir uno más práctico y preciso acerca de su uso, aplicación, precauciones, y todo lo que debe saberse antes de lanzarse a su utilización. Pues estas poderosas y aromáticas substancias no son sin riesgo si no las usamos adecuadamente por lo que debemos conocer y respetar las reglas del juego.

Definición

Los aceites esenciales son substancias puras (ni diluidas ni mezcladas), naturales (no sintetizadas en un laboratorio), de origen vegetal (no existe el aceite esencial de abeja ni el de cuarzo), volátiles (si dejamos el frasco abierto, se evaporan), aromáticas (las margaritas no producen aceite esencial), y medicinales (pues recogen las propiedades de las plantas que las contienen). Por lo que no deben confundirse con los aceites vegetales o portadores, como el aceite de almendras, el de coco o el de aguacate, que son cuerpos grasos que utilizamos para diluir los aceites esenciales. También debe saberse que un aceite esencial viene de una única planta, pero que una misma planta puede darnos varios aceites esenciales, como es el caso del naranjo, que nos da el aceite esencial de Naranja (de la piel de la fruta), el de Neroli (de la flor del naranjo o azahar), y el de Petit-grain (de los brotes y hojas tiernas).

Al arte y ciencia de utilizar los aceites esenciales en tratamiento se le llama “Aromaterapia”, término acuñado en 1928 por René Gatefossé, un perfumista francés que re-descubrió las propiedades medicinales de estas esencias tras un accidente fortuíto en su laboratorio. Sin embargo, el rol de los aceites esenciales en cosmética como en medicina se remonta al albor de los tiempos, pues tanto en la civilización egipcia como en la antigua China encontramos vestigios de su uso.

Extracción

Estrictamente hablando, un aceite esencial se extrae de la planta por destilación o por presión. La destilación es uno de los procesos alquímicos por excelencia, en que la “quintaesencia”, o aceite esencial, de un elemento vegetal es extraído en un alambique mediante un tratamiento de calor y otro de frío sucesivamente. Por su parte, la presión se utiliza principalmente con los cítricos, en que el aceite esencial se encuentra en la piel, siendo el mismo procedimiento con el que se extrae el aceite de oliva.

Sin embargo, con algunas plantas ninguno de estos dos procesos es posible, pues la planta no tolera el calor, o bien la presión no es eficaz. En estos casos la esencia se extrae mediante un solvente, lo cual produce un “concreto” que se transforma en absoluto una vez eliminamos el solvente. Es por ello que encontramos el “absoluto de Jazmín” en los comercios especializados, que vale mucho más la pena que el “aceite esencial de Jazmín”, aunque el primero no sea, estrictamente hablando, un aceite esencial. Este tercer método es lo que se conoce tradicionalmente como enfleurage, e igual que la destilación, está muy gráficamente explicado en la película “El Perfume”.

Composición

Cualquiera que se inicie en el arte de la Aromaterapia, encontrará en la bibliografía un sinfín de indicaciones, a menudo opuestas, para cada aceite. Esto se explica por su compleja composición, en que cada molécula es responsable de una o varias propiedades. Así, los aceites ricos en aldehidos terpénicos, como el Eucalipto citriodora, serán grandes anti-inflamatorios, mientras que la presencia de cetonas otorgará al aceite una acción mucolítica, como es el caso del Romero verbenona, por ejemplo. En ciertos aceites como el Ylang-ylang, encontramos tanto fenoles, de acción estimulante, como esteres, de acción calmante, lo cual explica que este aceite pueda ser a la vez tónico y sedativo, dependiendo de las necesidades y de su uso.

De esto se deriva la necesidad de llamar a los aceites esenciales por su nombre y apellido, pues dentro de una misma especie pueden existir diversas variedades de diferente composición molecular y, en consecuencia, distintas, incluso a veces opuestas, propiedades. Un ejemplo claro es el Eucalipto globulus, gran expectorante de las vías respiratorias bajas, frente al Eucalipto radiata, al cual acudimos cuando la congestión se sitúa en la esfera ORL. El primero seca las mucosas, lo cual puede sernos muy útil en una bronquitis incipiente, pero en absoluto en el caso de una faringitis.

A esta nomenclatura precisa, necesaria para dar con la buena opción, debe añadirse el quemotipo, que designa la molécula bioquímicamente activa y mayoritaria en el aceite esencial. Los laboratorios serios incluirán este dato, junto con el nombre en latín, la variedad, la forma de extracción y el origen del aceite esencial en la etiqueta del frasco. Por lo que debe desconfiarse totalmente de una botellita donde simplemente diga “Lavanda”.

Modos de administración

Existen distintas vías por las cuales los aceites pueden acceder a nuestro organismo para ejercer su acción. Estas son:

  • la vía cutánea: la más común y a menudo suficiente para un efecto tanto cosmético como terapéutico, pues una vez el aceite penetra en la piel y llega a la dermis, se encuentra con los capilares sanguíneos, y a través de la circulación puede viajar hasta los órganos. No obstante, muchos aceites pueden ser irritantes, por lo que necesitaremos diluirlos en un vehículo y es aquí donde entran en juego los aceites vegetales comentados anteriormente, que además cuentan también con propiedades para la piel, protegiéndola y asegurando una absorción segura. Además de estos aceites portadores, las cremas neutras, la manteca de cacao o de karité, o cualquier otro cuerpo graso natural y, preferiblemente, vegetal, cumplirá esta función y nos permitirá usar los aceites esenciales en forma de masaje, mascarillas o cremas. En la bañera también podemos usar las esencias, pero debe recordarse que estas no se diluyen en el agua, así que deberemos previamente mezclarlas con un poco de alcohol (una cucharada sopera). Con respecto al uso cutáneo, atención a los aceites dermocáusticos como la Canela o el Jengibre.
  • la vía respiratoria: muy potente y a menudo subestimada. Pues a través del olfato las moléculas aromáticas llegan directamente al sistema respiratorio, siendo un modo de administración común en caso de resfriados, pero también tienen un acceso inmediato al sistema nervioso, a través de la pituitaria olfativa, y dentro de éste al sistema límbico, nuestro cerebro de reptil, donde se encuentran el sistema nervioso con el sistema endocrino. La mera olfacción de un aceite esencial puede provocarnos, en consecuencia, una respuesta emocional y/o hormonal. En este caso podemos oler la esencia directamente del frasco, impregnar un pañuelo con unas gotas, o bien utilizar las palmas de las manos si el aceite lo permite. Las inhalaciones o vahos de unas gotas de Ravintsara en agua muy caliente son un remedio clásico para la congestión nasal, como lo es un kleenex “a la mandarina” dentro de la funda de la almohada para ayudar a conciliar el sueño.
  • la vía aérea: con un difusor de aceites en el que vertemos unas gotas de esencias, podemos crear un ambiente conciliador (cítricos), promover la relajación (Lavanda fina, Bergamota o Geranio rosado), o bien estimular las capacidades intelectuales (Menta piperita o Romero cineol), de manera sutil y muy agradable. Atención a los quemadores con velitas, pues el calor directo puede desnaturalizar las esencias minimizando sus propiedades. A falta de un difusor eléctrico, podemos utilizar, para espacios pequeños como el escritorio, el cuarto de baño o la mesita de noche, una piedra porosa, o bien un pedazo de madera, pues ambos materiales difunden el aroma.
  • la vía oral: este es un modo de administración muy popular en países como Francia, aunque un poco delicado, pues yo siempre digo que debe existir un muy buen motivo, conocer muy bien  el propio organismo y estar bien informado antes de ingerir un aceite esencial, pues algunas esencias son hepato-tóxicas, nefro-tóxicas o bien dermocáusticas, por lo que existen riesgos. Además de que, como se ha explicado más arriba, las vías cutánea e olfativa son mucho más eficaces a nivel interno de lo que se puede pensar. Sin embargo, algunos prefieren usar la vía oral  principalmente para trastornos digestivos (Albahaca tropical) para asegurar una acción directa. En este caso, se usará un comprimido neutro de venta en farmacias o comercios especializados, o se diluirá en un poco de aceite vegetal (oliva, girasol) para proteger las paredes del tubo digestivo. Algunos habréis leído o escuchado que se puede también verter una gota en un terrón de azúcar, en una cucharadita de miel o en una miga de pan, pero mis últimas informaciones y experiencias me indican que el aceite esencial no se diluye realmente en estos medios, por lo que recomiendo encarecidamente los comprimidos o el aceite. Debo incluir aquí la vía sublingual, todavía más arriesgada que la oral, pues el aceite pasa directamente al torrente sanguíneo sin el filtro de la piel, vía que yo reservaría a aquellos que saben verdaderamente lo que hacen. En cualquier caso, siempre es mejor dejarse asesorar por un profesional de la Atomaterapia antes de usar estas formas de administración, y así evitar disgustos innecesarios.

Existen también las vías nasal, vaginal y rectal, para las que se utilizan óvulos, supositorios y otros preparados que deben realizarse en farmacia, pues los experimentos caseros pueden tener, igualmente, un final infeliz.

Posología

Llegamos a un apartado crucial en el arte de la Aromaterapia, que es una ciencia intuitiva pero también muy precisa, pues deben respetarse unas proporciones a la hora de mezclar y aplicar, para evitar sorpresas, por lo que se debe saber hacer bien las cuentas. En la extensa bibliografía al respecto encontraréis distintas versiones en cuanto a las diluciones y cantidad de gotas a utilizar en cada caso. Las medidas que os propongo son prudentes y seguras, basadas en la escuela francesa de Aromaterapia, de larga tradición en este arte.

Vía cutánea

En general, contamos los aceites o cuerpos portadores por mililitros (ml), mientras que contamos los aceites esenciales por gotas. Pero se debe saber que en 1ml de aceite esencial hay entre 20 y 25 gotas, dependiendo de la densidad de la esencia. Por lo que las diluciones para una aplicación cutánea serán las siguientes:

  • 1% – A 100ml de portador le añadiremos 20-25 gotas de aceite esencial. Esta es una dilución segura para un preparado cosmético facial, como un sérum de noche o una mascarilla.
  • 3% – A 100ml de portador le añadiremos 60-75 gotas de aceite esencial. Dilución segura para un preparado cosmético corporal, como un aceite anti-celulítico.
  • 10% – A 100ml de portador le añadiremos 200-250 gotas de aceite esencial. Esta será una dilución terapéutica para pieles sensibles, como un aceite de masaje digestivo.
  • 30% – A 100ml de portador le añadiremos 600-750 gotas de aceite esencial. Dilución terapéutica potente para pieles no sensibles, como una cataplasma en el tobillo.
  • 50% – A 1 gota de portador le añadiremos 1 gota de aceite esencial. Para zonas muy localizadas, como un grano de acné, cuando la piel es muy sensible o el aceite dermocáustico, y no queremos usarlo puro sobre la piel.
  • 100% – Puro. En zonas muy localizadas y pieles no sensibles, como una gota de Menta piperita en la nuca para la migraña (evitar las sienes, pues puede provocar irritación en los ojos).

De modo que para añadir esencial a la bañera usaremos una cucharada sopera de alcohol (15ml) con 10 gotas de aceite esencial (dilución al 3%).

Es siempre conveniente hacer un test de sensibilidad, sea cual sea la dilución, en el pliegue del codo para descartar sensibilidades.

Vía respiratoria

En Aromaterapia, cuando decimos “unas gotas” nos referimos a 2-5 gotas, no 20 o 30, pues los aceites esenciales son muy potentes y no se necesita más. De modo que en un pañuelo de papel verteremos 3 gotas de aceite esencial de Mandarina, y lo introduciremos dentro de la funda de la almohada. En un bol de 500ml de agua caliente verteremos unas 5 gotas de aceite esencial para hacer inhalaciones, acercándonos al bol, cubriendo la cabeza con una toalla y cerrando los ojos. Si usamos las palmas de las manos, diluiremos primero la esencia al menos al 30% en un portador antes de inhalar.

Vía aérea

En los difusores eléctricos, dependiendo el tamaño, no es necesario usar más de 10 gotas de aceite esencial, y recomiendo limpiar bien el difusor con alcohol (o como recomiende el fabricante) después de cada uso, pues corremos el riesgo de acabar con un mezcla infernal a base de restos de aceites. En las piedras porosas y pedazos de madera, 5 gotas son más que suficientes, no olvidemos que los usaremos en espacios reducidos.

Vía oral

Si finalmente nos aventuramos a usar esta vía, bajo recomendación de un terapeuta, en general una sola gota es suficiente, y siempre, como se ha dicho, en un comprimido neutro o una cuchara de café (5ml) de aceite vegetal.

Debe tenerse en cuenta que estas son dosis para adultos. En niños de entre 7 y 12 años, debemos dividir la dosis a la mitad. En niños más pequeños, desaconsejo el uso de aceites esenciales si no es bajo recomendación, de nuevo, de un terapeuta especializado. Para ellos, los hidrolatos o aguas florales, son mucho más interesantes y seguros.

Contraindicaciones y precacuciones

La prudencia en Aromaterapia no se limita a la posología, pues hay otras medidas preventivas que deben tenerse en cuenta antes de sumergirse en este universo:

  • Parecerá obvio, pero los aceites esenciales jamás se deben inyectar, bajo riesgo de muerte.
  • No deben nunca introducirse esencias en los ojos, ni a una dilución muy débil. Si esto ocurre accidentalmente, la mejor manera de extraer el aceite es introduciendo un aceite vegetal (que se mezclará con el aceite esencial y ayudará a éste a salir del orificio ocular), recordemos que el agua no es un portador en Aromaterapia.
  • Las mujeres embarazadas o aquellas que amamantan deberían abstenerse de usar los aceites esenciales, si no es bajo supervisión profesional, particularmente los primeros tres meses de embarazo, y sobretodo los aceites ricos en cetonas, como la Menta piperita que tan inofensiva parece y que tantas utilidades tiene.
  • Atención a los aceites fotosensibles, particularmente los cítricos, que pueden provocar manchas bajo la luz solar. Debe permitirse un espacio de seis horas entre la aplicación del aceite y la exposición de la piel al sol.
  • Como se ha comentado, algunos aceites son dermocáusticos, en general aquellos con alto contenido en fenoles como la Canela, por lo que los utilizaremos en bajas diluciones para evitar la quemadura de la piel.
  • Las personas que padecen de asma o de epilepsia deberían abstenerse de utilizar la Aromaterapia, si no es bajo consejo especializado.
  • Los aceites esenciales pueden provocar alergias cutáneas o respiratorias, por lo que el test en el pliegue del codo es siempre aconsejado, así como variar de aceites para evitar la saturación.
  • Si hay niños en el hogar, es imperativo mantener los frascos fuera de su alcance para evitar que los ingieran o que los manipulen y, acto seguido, se lleven los dedos a los ojos.
  • Para su óptima conservación, los frascos deben guardarse bien cerrados, al abrigo de la luz, la calor o la humedad.

Para finalizar, aconsejo a todo el que se introduzca en este aromático sendero a hacerse con un buen libro de consulta e informarse bien antes de utilizar cada aceite. Os dejo una pequeña lista de mis referentes y os deseo un agradable paseo por este camino sin retorno que es el mundo de los aceites esenciales.

  • “Aromatherapy an A-Z” Patricia Davis
  • “The Encyclopaedia of Essential Oils” Julia Lawless
  • “Aromathérapie exactement” Roger Jollois
  • “Aromathérapie, se soigner par les essences de plantes” Dr. Valnet

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