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Aunque en nuestras consultas mediterráneas no solemos encontrarnos con este tipo de cuadros clínicos (a menos que nuestro cliente haya pasado un invierno en la cima del Mont Blanc) és posible que alguien nos pida consejo previo a unas vacaciones en el altiplano andino, sede del popular Machupichu, por lo que cabe echar un vistazo al mal de alturas y a su planteamiento desde una perspectiva terapéutica para su prevención y, si llegásemos tarde, su alivio.
Partiendo de la base de que no se puede realmente equiparar un diagnóstico alopático con un cuadro patológico descrito por la Medicina China, me dispongo a describir en términos de Yin-Yang y cinco elementos, un caso concreto de “Sorojchi”, o mal de alturas: el mío propio.
                              
La sintomatología que acomete a los visitantes de esas elevadas tierras es variada, predominando los trastornos digestivos, el mareo y la falta de respiración o dísnea. En mi caso, los primeros días en el altiplano sólo percibí esto último, dísnea, lo cual es poco frecuente en mí, acostumbrada a circular por la ciudad en bici, y a subir los cinco pisos de escaleras sin ascensor del edificio donde viví el último año. Sin embargo, he padecido en el pasado capítulos recurrentes de tos persistente y congestión pulmonar que llegó a durar, en una ocasión, un par de meses. Por ello, un histórico de ligera deficiencia pulmonar, estaba presente de antemano. Esta dísnea fue a más con el paso de los días, hasta que, un mes más tarde, llegó al nivel de asfixia angustiosa con el menor esfuerzo, y siempre estuvo acompañada de obstrucción nasal y mucosidad líquida y clara.
Mis intestinos se mantuvieron, al principio, tranquilos, pero en las últimas semanas, cuando alcancé los 4.000 metros de altitud, me acometió una descomposición intestinal que no me abandonó hasta que llegué a Santa Cruz, a unos pocos 400 metros sobre el nivel del mar.
Pasé bastante frío todo el tiempo, ya que no planeé estar tantas semanas en el altiplano y no llevaba apenas ropa de abrigo. Soy de naturaleza friolera y esperaba encontrarme calor, ya que viajé en nuestro invierno, o sea, el verano del hemisferio sur. Sólo que a casi 4.000 metros, me encontré con un frío verano austral.
Por otra parte, a raíz de la marcha de mi compañera de viaje y amiga querida (la cual una vez visitamos el Machupichu, tuvo que regresar a casa, y a quién no sé cuándo volveré a ver), estuve bastante melancólica y desconsolada durante un tiempo. Mejoré cuando llegué a Sucre, en que hacía más calor, y me acabé de animar cuando crucé la frontera con Brasil y entré por fin en el verano, tal y como yo lo entiendo.
Mi menstruación, que suele ser escasa, ese mes fue bastante más abundante de lo habitual, y duró más días. Y padecí una sangrante hemorroides que anteriormente sólo se había manifestado con pequeños brotes, mucho menores a la magnitud de esta vez.
Mi alimentación fue irregular y no muy completa, ya que no cociné a menudo y me alimenté muchas veces de comida de venta ambulante. Y consumí cerveza fría durante todo el viaje, así como café, el cual no consumo habitualmente en mi día a día.
En el momento culminante de mi mal de alturas particular, escalofríos empezaron a recorrer mi cuerpo hasta que una tarde me subió la fiebre violentamente y convalecí en la cama durante 12 horas, apenas durmiendo y abrigándome con todo aquello que pude agarrar.
Y en cuanto al descanso, viajé constantemente durmiendo en los autocares muchas noches (cada 3 o 4 días) y cambié de cama constantemente.
Cabe destacar también que el altiplano andino se caracteriza por la sequedad, lo cual se manifiesta en su árido paisaje, y en la ausencia de grandes ríos, aunque cuente con el lago Titicaca.
Según la Medicina TradicionalChina (MTC), el Pulmón detesta la sequedad, por lo que, de entrada, un ambiente seco no beneficia necesariamente a este órgano ni favorece sus funciones. La falta de oxígeno a grandes altitudes, además, exige un mayor esfuerzo del sistema respiratorio, por lo que su Qi o energía, se ve disminuido. Aquí ya se plantea una vulnerabilidad el Pulmón por vacío de Qi. Esta deficiencia debió afectar a la energía defensiva, o Wei Qi, que el Pulmón regula, dejando al organismo más susceptible a la “energías perversas externas”, en este caso el Frío al que estuve expuesta durante todo el tiempo. Este ataque de viento-frío, explica la rhinorrea y la nariz tapada.
Por todo ello, podemos hablar, de entrada, de un cuadro de vacío y de frío, por vacío de Qi y de Yang de Pulmón. Efectivamente, un vacío de Yang de Pulmón se caracteriza por temor al frío (Wei Qi debilitado), dísnea, respiración débil, y se agrava con el frío.
A este contexto de base, debemos sumarle el desorden alimenticio que probablemente contribuyó a un desequilibrio del elemento Tierra (Bazo/Estómago), el cual falló en nutrir a su hijo el Metal (Pulmón/Intestino Grueso). Además, un ataque de frío al Bazo disminuye su Yang, lo cual explica también la diarrea acuosa. Más aún, cuando el Bazo pierde su función de transporte-transformación, pierde su control sobre la sangre, pudiendo provocar hemorroides.
La menstruación más abundante de lo habitual que experimenté durante este mes revela de nuevo un vacío de Qi, que no controla la sangre. Esto se reitera con la hemorroide sangrante (otra hemorragia) que se manifestó violentamente al final del proceso. Y una vez más vemos clara la conexión entre Pulmón e Intestino Grueso los cuales tienen una relación “Biao-Li”, formando pareja órgano-entraña bajo el elemento Metal. Por lo que una afección del uno repercute al otro, lo cual explica la descomposición intestinal que sufrí así como la hemorroide. Además de que un “Frío vacío” de Intestino Grueso (vacío de Yang) puede provocar diarreas claras.
Por otro lado, según la teoría de los 5 elementos, el Pulmón es la madre del Riñón, y Metal y Agua se producen mutuamente, además de que los dos son fuentes (superior e inferior) del agua. Por ello, entendemos que un vacío de Yang de Pulmón pueda desembocar no sólo en un vacío de Yang de Bazo (como hemos visto) sino también en un vacío de Yang de Riñón. Esta condición de Riñón, que se caracteriza por temor al frío, puede acompañarse con un desbordamiento de agua (diarrea), y cuando se dan ambas cosas, suele estar ligada a Pulmón y Bazo.
La melancolía es causa y consecuencia del cuadro de Pulmón, ya que esta emoción está ligada a este órgano. Aunque fuese provocada por una “lesión de las 7 pasiones” (la marcha de mi amiga), como describe la MTC, probablemente la viví más intensamente por estar el Pulmón débil, debilidad que, a su vez, se vio retroalimentada por la misma emoción.
La violenta subida de fiebre se desató después de una visita a la mina de plata de Potosí, en que la sensación de ahogo fue culminante. Ahí la energía defensiva (Wei Qi), debió caer en picado, provocándome fuertes escalofríos, y creando un caso de manifestación de plenitud (fiebre) en un cuadro claro de vacío. La prueba está en que la fiebre desapareció con un descanso de 12 horas, en que el Qi pudo recuperarse.
Por lo que se puede concluir que mi caso se trata de una evolución de un vacío de Qi de Pulmón, a vacío de Yang de Bazo y a vacío de Yang de Riñón.
Tratamiento
Fitoterapia:
 
De haber elaborado el diagnóstico a tiempo, y de haber tenido hierbas chinas al alcance, para remediar mi cuadro particular de Sorojchi* probablemente hubiese optado por una de las fórmulas clásicas de la farmacopea china. Se trata de: Su Zi Jiang Qi Tang”.
Esta fórmula se recomienda para asma de tipo frío, típico en enfisema, bronquitis asmáticas, ahogos y mucosidades. Trata plenitud de la parte alta y vacío de la parte baja. Idónea para un cuadro empeorado de energía perversa (como el frío). No se aconseja cuando hay calor en Pulmón, o vació en Pulmón y Riñón sin ataque externo. Está compuesta por:
 
– Fructus Perillae – Zi Su Zi – 10 g
  Desciende la energía, elimina el Tan. Es el “Emperador” de esta fórmula.
– Rhizoma Pinelliae Praeparatum – Ban Xia – 10 g
  Desciende la energía. Hace de “Ministro” del “Emperador”.
– Radix Peucedani – Qian Hu – 10 g
  Desciende la energía. También hace de “Ministro”.
– Cortex Cinnamomi – Rou Gui – 3 g
  Calienta el recalentador inferior, recibe la energía del Pulmón
– Radix Angelica Sinensis – Dang Gui – 10 g
  Hace de “Asistente” y tonifica el Hígado.
– Pericarpium Citri Reticulatae – Chen Pi – 6 g
  También tonifica el H y tiene papel de “Asistente”.
– Fructus Ziziphi Jujubae – Da Zao – 3 g
  Fortalece el Bazo.
– Folium Perillae – Zi Su Ye – 1 g
  Elimina el viento frío
– Radix Glycyrrhizae Melle Tosta – Zhi Gan Cao – 3 g
  Armoniza
– Fructus Aurantii – Zhi Ke – 10 g
  Mueve la energía.
– Rhizoma Zingiberis Recens – Sheng Jiang – 3 g
  Calienta.
* Que nadie interprete esta fórmula como una prescripción estándar en el tratamiento del mal de alturas.
Alimentación:
En Bolivia existe la tradición de comer sopas como primer plato tanto en el almuerzo como en la cena, que satisface, probablemente, su necesidad para calentarse e hidratarse. A mí la sopa me entraba divinamente y me confortaba, haciéndome sentir físicamente mejor.
Es curioso también, pero no casual, el protagonismo del maíz en la región andina. Este cereal, según la Dietética Energética, es de sabor dulce y naturaleza neutra, y tonifica el Pulmón y el Bazo/Estómago. Por lo que los Incas probablemente lo cultivaron por sus beneficios sobre el Sorojchi. De haberlo sabido, hubiese comido más maíz.
Del mismo modo, el cacahuete (maní), de sabor dulce, naturaleza neutra, al cual no le presté demasiada atención aunque está muy presente en esta área geográfica, humedece el Pulmón, elimina el Tan, fortalece el Bazo/Estómago y tonifica el Qi y la sangre. Además, controla las hemorragias, por lo que hubiese ayudado en mi caso. En Bolivia es típica la sopa de maní.
Por otro lado, el alcohol, picante, dulce, amargo y tibio, mueve el Qi y la sangre, y fortalece el estómago y los intestinos, por lo que, con moderación puede tener un efecto regulador. No olvidemos que el sabor picante tiene tropismo por el elemento Metal (Pulmón).
Para proteger al Pulmón, se debiera evitar alimentos amargos (café), puesto que este es el sabor del elemento Fuego, el cual domina al elemento Metal. Y debieran preferirse los alimentos de sabor dulce (cereales, verduras dulces) que fortalecen el Bazo (Tierra), madre del Pulmón.
 
Tengo que destacar que eché particularmente en falta las legumbres. Esto se entiende si consideramos que no como carne y no tuve mucha posibilidad de consumir pescado tampoco, por lo que mi cuerpo experimentó un deseo de fuente de proteína como la legumbre, tipo de alimento asociado precisamente al Pulmón.
Prevención
Aunque sean medidas de sentido común, en este caso hubiese sido relevante abrigarme bien, no consumir demasiados alimentos ni bebidas frías (cerveza) ni amargas (café), dormir bien y no viajar tan seguido, sino permanecer más días en un mismo lugar, para poder descansar y que la energía se recuperase.
Por otro lado, existe una fórmula en la farmacopea China, que se aconseja a todos una vez cumplidos los cuarenta, como tonificación general del organismo. A nivel preventivo, aunque todavía no he entrado en la cuarentena, hubiese sido idóneo contar con ella. Se trata de: Yu Ping Feng San (Biombo de Jade).
Esta es la principal fórmula inmuno-estimulante en la farmacopea china. Es un preventivo de las afecciones del sistema respiratorio, además de tonificar el Bazo:
 
– Radix Astragali Membranacei – Huang Qi – 30 g
  Fortalece el Pulmón, tonifica el Wei Qi, controla la sudoración
– Radix Ledebouriellae – Fang Feng – 10 g
  Picante y tibia, previene el viento
– Rizoma Atractylodis Macrocep. – Bai Zhu – 10 g
  Tonifica el Qi de Bazo, madre del Pulmón
En cuanto a la alimentación, lo descrito arriba como tratamiento puede aplicarse a la prevención. Pero sobretodo, intentar cocinar lo más a menudo posible y mantener unos horarios.
A pesar de todo, os puedo asegurar que el viaje valió la pena. El paisaje de la cordillera andina es incomparable y la oportunidad de poder visitar y vivir sus maravillas naturales compensa el Sorojchi aunque sin él, se disfruta más.
 
 
 
 
 

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