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Un inexorable sentido de la obligación lleva a los tipos Oak a perseverar en su cometido, contra viento y marea, ignorando tentaciones, y haciendo caso omiso de íntimos deseos que puedan alejarle de su objetivo. Aunque esto se nos antoje loable, cuando se trata de la alimentación puede resultar en una dolorosa experiencia.

No es una tendencia a la auto-flagelación lo que les anima sino un remarcable compromiso con el deber, y una fuerza de voluntad de hierro. Por mucho que sus tripas bramen reclamando algo más sustancioso, ellos no depasarán los cien gramos de espinacas, si es lo que dicta la dieta en la que han decidido confiar, pues creen de veras que es beneficioso para su salud.

Responsables, más que severos, y bien intencionados, buscan la fórmula nutritiva perfecta y la siguen a rajatabla, sin permitirse reconocer que, de vez en cuando, les gustaría comer un poco de pastel. No se permiten treguas y son, sin duda, un ejemplo de rectitud y fuente de inspiración para muchos, pues consiguen no apartarse de su camino, en un mundo lleno de distracciones. El problema es que no ellos no lo disfrutan, pues no se permiten treguas y se cansan de su dieta, aunque no vayan nunca a reconocerlo. Esto es especialmente arriesgado si deciden hacer un ayuno.

Este tipo de actitud puede ser penosa para aquellos que la aplican a si mismos, pero todavía más cuando es infligida a otros. Si el miembro de la familia a cargo de la alimentación es un tipo Oak, todo el clan estará sometido a un régimen alimenticio extremadamente sano y estricto, sin lugar para caprichos ni deslices, por el bien de todos, aunque reine la desazón.

Estos juiciosos cumplidores olvidan algo esencial en la salud: la sensatez y la escucha al cuerpo. Es, sin duda, admirable marcarse un objetivo y caminar sin devaneos hacia él. Pero en el caso de la alimentación, elegir una dieta y seguirla a ciegas sin prestar atención a los efectos que esta pueda causar en el organismo, es peligroso. El cuerpo es sabio y los regímenes dietéticos son teorías que debemos saber cuestionar, relativizar y, si necesario, adaptar a cada uno.

El Roble nos ayuda a entrar en razón y a comprender que el objetivo de llevar una alimentación equilibrada es el de mantener un organismo sano y fuerte que pueda hacer frente a transgresiones dietéticas, como tartas de cumpleaños o cenas de Navidad, cuando la ocasión merece la pena. Pues la comida no dejará nunca de ser una forma de cohesión social que fortalece los lazos con nuestros allegados, y uno de los placeres más sensuales de la vida, a lo que no debemos nunca renunciar.

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