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La culpa es un sentimiento muy arraigado y nutrido en nuestra cultura, y en el plano alimenticio esta ancestral emoción tiene de qué darse un verdadero atracón. Actitudes muy auto-destructivas pueden derivarse de ello, pero el perdón que nos aporta Pine puede ayudarnos a expiar nuestros pecados gastronómicos, que tan avergonzados nos deja en ocasiones.

Existe una relación intrínseca entre la comida y la culpa, pues cuando intentamos cambiar de hábitos alimenticios, y caemos en una transgresión dietética, el sentimiento de arrepentimiento es habitual y puede conllevar desde una simple regañina interna, hasta comportamientos bulímicos, en el peor de los casos.

Es el caso de los tipos Pine, individuos muy exigentes con ellos mismos y raramente contentos con sus logros, lo cual, en el plano nutricional, puede llevarlos a alargar un ayuno más de lo conveniente, a bajar demasiado de peso, o a privarse de descubrir alimentos nuevos, por si acaso. Su intransigencia e idealismo les hace perder la objetividad y el contacto con la realidad, y los lleva al masoquismo (pues la culpa pide castigo) amargándoles la vida y sumergiéndoles en una frustración perpetua. Así, un desliz en la cena, en forma de azucarado postre, puede ponerles en estricta penitencia durante dos semanas, sin que ello vaya a hacerles sentir mejor.

El Pino albar como remedio floral nos enseña la aceptación de la realidad y sus limitaciones, y transforma el sentimiento de culpa en compasión y tolerancia hacia uno mismo. Se aprende de los errores y de las debilidades, pues es necesario comprender porqué el cuerpo nos pide un determinado alimento en un momento preciso, para poder adaptar la alimentación y revisar las emociones que se encuentran, sin duda, detrás de ciertos apetitos.

Al fin y al cabo, siempre he pensado que la culpa engorda, pues produce estrés, lo cual nos hace segregar adrenalina, que interfiere con la digestión, creando malabsorción con sus consecuentes gases e hinchazón abdominal. Por lo que si debemos cometer una infracción en la mesa, es mucho más sano hacerlo con toda la alegría del mundo para, al menos, disfrutar de la felicidad que ese pequeño delito pueda aportarnos. Solo hay que beber mucha agua al día siguiente, con un poco de Pine, por si acaso.

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