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Nuestro sistema digestivo es tan sensible que un cambio repentino, del tipo que sea, puede provocar notables alteraciones. Y cuando se trata del miedo, el desorden puede tomar dimensiones colosales, parando la digestión en seco. Porque, ¿a quién no se le ha cerrado el estómago, alguna vez, a causa de un disgusto?

El estado Rock Rose hace referencia a una sensación de miedo intenso que nos deja bloqueados, sin capacidad de reacción, a causa de un suceso desdichado e inesperado. Es un estado anímico de emergencia agudo, y es subjetivo pues en ocasiones las circunstancias no justifican, realmente, tanto dramatismo. A diferencia de Mimulus, se trata un miedo intenso y temporal, pues no es un rasgo de personalidad, sino un estado transitorio, aunque en algunos individuos existe una tendencia marcada a pasar a menudo por esta situación.

Sin duda, este miedo repentino y paralizante puede afectar al sistema digestivo, deteniendo sus movimientos, con el desequilibrio que ello comporta. Pues como todos sabemos, un susto puede provocarnos un retortijón en el estómago seguido de una buena diarrea en que, literalmente, nos “cagamos de miedo”. Esto es debido a que el proceso de la digestión se detiene de golpe y el cuerpo se apresura a “deshacerse” de lo que pueda contener el tubo digestivo porque no puede procesarlo. La prueba es que un sobresalto violento también puede hacernos vomitar.

Sin embargo, en un segundo instante (pues el estado Rock Rose, aún siendo pasajero, puede durar varios días), es posible que esta inmovilización se manifieste como “nudo en el estómago”, creándose la sensación de que órgano está cerrado y no permite la entrada de alimentos. A nivel energético decimos que el chakra del plexo solar, situado en esta zona, recibe un golpe y se bloquea.

Por otra parte, más allá de la evidente relación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso, está cada vez más consensuado el paralelismo entre los intestinos y el cerebro, de manera que en el otro extremo del tubo digestivo, el colon, también el miedo puede provocar una paralización impidiendo la expulsión de deshechos, bloqueándo el chakra raíz (muy relacionado a su vez con el miedo) y resultando en estreñimiento. Sería el caso de aquellos que reinciden en el estado Rock Rose y viven con el temor de “dejar ir”.

Tanto los vómitos como la diarrea tienen consecuencias nefastas para el organismo, pues la regurguitación de jugos gástricos daña el esófago, por un lado, y por otro, con las heces líquidas expulsamos minerales y oligoelementos que deberían haber sido reabsorvidos por los intestinos, y que son necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo. En estos casos de expulsión compulsiva,  Rock Rose puede formar un buen equipo con Cherry Plum, pues este ayudará recuperar el control, si se tienen a mano las flores en el momento mismo. Sino, siempre podemos echar mano del Remedio de Rescate que contiene, como cabe suponer, ambas flores.

En cuanto a la inanición y el extreñimiento, es evidente que el no dejar entrar nutrientes ni salir desperdicios, tampoco nos hace ningún bien y pone en juego nuestra salud y bienestar, pues con la excepción de aquellos que practican el ayuno voluntario y de los respiracionistas (aquellos que consiguen alimentarse meramente del aire), para el resto de los mortales es necesario comer para seguir viviendo. Y, dicho sea de paso, de defecar para aliviar el alma.

Rock Rose nos va ayudar, pues, a reaccionar y a restablecer los movimientos energéticos propios y naturales de nuestro sistema digestivo, para podea seguir ingiriendo y evacuando regularmente a pesar de la angústia, el pavor o el congojo, además de aportarnos el valor de sobreponernos de cara a las adversidades y hacerles frente con paz y serenidad.

Fuentes:

  • “La terapia floral floral de Bach” Mechthild Scheffer 
  • “Les douze guérisseurs” Edward Bach 

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