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Palabras mágicas, sanación fácil y rápida, la realidad como se explica en Matrix… la verdad es que oir hablar de Ho’oponopono sin que le salten a una las alarmas del escepticismo, es complicado. Sobretodo para alguien que, como yo, lleva ya algún tiempo explorando el extenso universo de las terapias naturales y ha visto cómo cada forma terapéutica se presenta como la definitiva panacea pero, en la práctica, le funciona a quien le funciona.

Sin embargo, una vez más, la curiosidad pudo conmigo y la conveniencia de un curso de sábado por la tarde me convenció para conocer esta forma de terapia de la que tanto había escuchado, desde hace tanto tiempo. No me he arrepentido.

De origen hawaiano (como siempre, recurrimos a los ancestros, a los que creíamos locos e ignorantes, como a los abuelos), y basado en el perdón, la gratitud, la humildad y el amor hacia uno mismo, el Ho’oponopono parte de la premisa de que nuestra realidad nos la fabricamos nosotros mismos, incluso la externa y supuestamente ajena, como son los conflictos bélicos internacionales. Efectivamente, esta teoría afirma que si algo está en nuestra realidad, inmediata o distante, no es más que una proyección de nuestros propios miedos, deseos, creencias, etc. Un poco en la línea del mensaje central de “El Secreto”, que es la ley de la atracción: atraemos aquello que proyectamos. Y por tanto, ya que parte de nosotros, se puede modificar en nosotros.

Esta responsabilización de uno mismo sobre lo que nos sucede en la vida, hace ya tiempo que me convence bastante, y la considero una aproximación madura hacia la propia realidad. Pero hace unos pocos meses mantuve una agria discusión al respecto con alguien que se escandalizó y practicamente me tachó de retrógrada por plantearle que es la vulnerabilidad de uno lo que lo hace susceptible al ataque de otros. Para esta persona, la responsabilidad no estaba en uno, sino en la maldad de los otros. Su postura era firme, y a mí se me quedó mal cuerpo por no tener más argumentos para defender mi opinión.

Y realmente, en un momento socio-económico como el que vivimos, en que el discurso general es de queja y protesta hacia los abusos de ciertos sectores de la sociedad (en los cuales indulgieron mientras los demás estábamos distraídos yendonos de vacaciones con los créditos que nos daban los bancos), es difícil defender ante alguien que uno pueda ser responsable de su propio deshaucio o pérdida de empleo. Y esto es fácilmente extrapolable a los abusos en las relaciones humanas, sobretodo cuando se es mujer y se ha crecido con la consciencia de pertenecer al sexo oprimido. Por lo que entrar en el plano de la meta-física afirmando que esta realidad, con sus abusos, sus guerras y sus deshaucios es tan sólo una película que nosotros mismos dirigimos, requiere buenas dotes de orador y convincentes argumentos. Los cuales yo no tenía en ese momento porque consideraba que es simplemente una cuestión de creencia el considerar esta vida como una mera proyección, y que esto es algo que no se puede probar.

Así que cuando Ho’oponopono llegó a mí, su mensaje me era bastante familiar, y las palabras que escuché encajaban en mis esquemas, así que empecé inmediatamente a repetir el mantra “te quiero, lo siento, perdóname por favor, gracias” una y otra vez dirigido a los aspectos de mi vida que necesitan terapia, pero sin ninguna intención de convencer a nadie al respecto. Y ahí fue cuando el Universo se confabuló de manera que yo pudiese entender el verdadero engranaje que hay detrás del Ho’oponopono.

Pues uno de los aspectos a trabajar era mi perro. Adopté a Nietzsche pocos días atrás, un Sharpei de 6 años que ha pasado por tres amos diferentes, con lo que me estoy trabajando su obediencia hacia mí. El animal es tranquilo pero tiene tendencia a “discutir” con otros perros machos, lo cual me ha estado poniendo en tensión cada vez que lo he bajado a la calle. Practiqué Ho’oponopono dirigido a “aquello en mí” que ha provocado que mi perro sea conflictivo con otros perros, sin entenderlo realmente pero con la fe que se siente cuando algo nos convence en un plano que no es el intelectual. No vi resultados hasta el miércoles, en que lo llevé al veterinario para registrarlo y hacerle una revisión. Al plantearle la cuestión a la veterinaria, Ho’oponopono en vivo salió de su boca sin ella sospecharlo. El perro, me dijo, recibe mensajes a través de la correa, con la cual lo tengo atado. Si yo me pongo tensa y tiro de la correa cuando veo a otro perro, porque anticipo que el mío se va a pelear con él, este se pone en guardia puesto que yo le he dado esa orden a través de la correa.  Cuanto más lo pensaba, más claro lo veía. Se podría argumentar que el hecho de que yo me ponga nerviosa cuando nos cruzamos con otro perro, se debe a que Nietzsche mostró, inicialmente, tendencia al conflicto. Aún así, quizás los primeros encontronazos fueron puntuales, ya que posteriormente he comprobado que no se pelea con todos los perros, sino con algunos determinados, pero yo reforcé su tensión tirando cada vez de la correa y convirtiendo sus conflictos puntuales en una norma habitual.

O sea que no hace falta recurrir a la meta-física cuando decimos que somos responsables de lo que nos pasa, ya que el mecanismo parece ser más sencillo. Estamos unidos por “correas” invisibles los unos a los otros y nuestras actitudes tienen más repercusión y a mayor escala que lo que pensamos. Es lo que llaman el “efecto mariposa”, supongo, Por supuesto, la ley “causa-efecto” no es siempre tan obvia y a menudo pasaremos mucho tiempo antes de descubrir que es “aquello en mi” que provoca lo que no nos gusta a nuestro alrededor, si es que lo descubrimos nunca. Aunque, siempre podemos echar mano de la teoría de la reencarnación, ya que un karma puede explicar muchas cosas. Todo esto me lleva a la misma conclusión a la que ya había llegado por otros caminos, y es que con la única cosa que estamos lidiando en todo momento en nuestras vidas es con nosotros mismos, y la única sanación posible tiene que ver con la aceptación, el perdón y el amor propio.

Pero ni siquiera haría falta descubrir a qué “memoria” negativa se deben nuestros infortunios, pues el propósito es sanar la situación, y para ello sólo necesitamos practicar las sencillas herramientas que nos propone el Ho’oponopono. Si es que realmente queremos cambiar nuestra realidad, y tenemos el coraje de admitir nuestra responsabilidad, dejar de hacernos las víctimas, y vivir la vida en plenitud.

TE AMO, LO SIENTO, PERDÓNAME, GRACIAS

http://en.wikipedia.org/wiki/Ho%CA%BBoponopono
http://www.ho-oponopono.org/
http://www.hooponoponobcn.blogspot.com.es/

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4 commentaires

  1. Anna, he leido esta entrada con mucha atención. No sé si es casualidad pero precisamente hoy escuche un programa que hablaba de esta tereapia, pienso que con una filosofia similar a la de la ley de a atracción, me ha parecido una explicación fácil y sencilla lo que oi. Un abrazo. Ana.

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