Tél

06 52 06 63 00

E-mail

orench.anna@gmail.com

Nos alejamos del hogar de las piadosas y casquivanas damas, que parecen despedirnos tras las ventanas del CSIC, y nos encaminamos hacia nuestro nuevo destino. Para ello nos alejamos también del coche, dentro del cual se queda la misteriosa caja negra, que a estas alturas es ya el secreto mejor guardado de todos los tiempos, dejando atrás una esperanzadora historia de mujeres, para pasar a otra mucho más oscura: la de la caza de brujas en la Edad Media.

Cruzamos las Ramblas, nos adentramos en el laberinto del barrio Gótico, y nuestros pasos se van metiendo por calles cada vez  más viejas, de paredes medievales y suelo de adoquines, hasta que vamos a parar a un edificio colindante con la Catedral, hoy sede del museo Frederic Marés. Nos paramos delante de la fachada lateral y me invitan a alzar la mirada por encima de una enrejada ventana, sobre la que, esculpido en la piedra, se puede ver un peculiar escudo que ninguna de las miles de veces que habré pasado por aquí, había percibido. En este, una cruz representa la autoridad Archiepiscopal, una rama de olivo a la izquierda simboliza la paz de los redimidos, y una espada a la derecha garantiza la justicia hacia los herejes persistentes. Se trata del escudo de la Santa Inquisición.

Al parecer, este edificio formó parte del Palacio Real Mayor, antigua residencia de los Condes de Barcelona, y sede del Santo Oficio. En el mismo patio donde en nuestros días vemos flotar un huevo sobre el chorro de una fuente en la inocente y festiva tradición de “l’ou com balla” el día de Corpus Christi, hace unos pocos siglos se sentenciaba a la horca u hoguera a brujas y herejes.

Refrescándonos con unas cervezas en este mismo patio, que hoy alberga una bonita terraza de bar, Andrea me habla de cómo Catalunya no fue una región donde la Inquisición ajusticiara a demasiadas víctimas, comparando con otras regiones o países. Comentamos acerca de la supuesta condición de brujas de ciertas mujeres sabias, conocedoras de remedios medicinales y poseedoras de brevajes abortivos, con el consecuente control de la salud y de la natalidad que esto conllevaba. Demasiado poder para una mujer soltera, generalmente de clase social baja, que además se ganaba la vida de manera autónoma. Y por supuesto un inconveniente para la clase médica emergente y para las autoridades de la época, que veían en este personaje una competencia inadmisible a su control sobre la sanidad y, por ende, sobre la libertad de la población. Así que no es de extrañar que estas mujeres fueran desacreditadas, atribuyéndoles conexiones con el diablo, y que un gran número de ellas terminaran sus días con una soga al cuello.

Interesante también el apunte de Pedro acerca de la imagen de la bruja, como una mujer fea, con malformaciones físicas (como una joroba), imagen probablemente desfigurada, pero con una posible base de verdad. En una época en que las expectativas de una mujer eran poco menos que conseguir un marido que las mantuviese honradas y alimentadas, y en que las posibilidades de matrimonio dependían de una dote, aquellas mujeres menos agraciadas físicamente, con malformaciones físicas, y además pobres, tenían pocas posibilidades de ser rescatadas, por un marido, de la prostitución o la mendicidad. La única opción alternativa era labrarse un oficio como curanderas, sanadoras o parteras, por lo que posiblemente, las mujeres que se dedicasen a estas labores fuesen, ciertamente, chicas pobres y poco agraciadas que no habían conseguido casarse. Esto les vendría de perlas a los Inquisidores para, además, achacar al “castigo divino” el desafortunado aspecto de estas marginadas mujeres.

Este tema me enciende. No sólo estoy completamente convencida de haber encarnado, en una vida pasada, a una de estas mujeres, sino que percibo, en esta vida, una nueva y camuflada caza de brujas. En una sociedad como la nuestra, altamente medicalizada, pero crónicamente enferma, el auge de las terapias naturales vuelve a incomodar a las autoridades. Cansados de doparnos con fármacos de síntesis que, en la mayoría de los casos, sólo disfrazan o reprimen síntomas, hemos optado, en las últimas décadas, por opciones más naturales para el cuidado de nuestra salud, llevadas a cabo por terapeutas cada vez más profesionalizados, pero sin ninguna legitimación. A pesar de los esfuerzos, de más de diez años, de distintas organizaciones de terapeutas naturales en conseguir un reconocimiento legal y administrativo de la profesión, a lo único que se ha conseguido llegar es, en Abril de este año, a que la prescripción de plantas medicinales (manzanilla, tila, cardo mariano, etc.) pase a ser dominio exclusivo de los farmacéuticos. El colegio de Médicos presionó fuertemente en el 2007 para que se derogase el decreto aprobado en Catalunya sobre la regulación de las terapias naturales, cosa que consiguió, y el Colegio de Fisoterapeutas presiona constantemente para que los Quiromasajistas no puedan dar masajes. Es el control de la salud en poderosas manos que, ya que no consiguió desprestigiar la medicina natural (con artículos de prensa, por ejemplo, sentenciando la homeopatía como medicina “placebo”), pretende hacerse con el dominio de la misma. Un médico alópata (convencional) tan sólo precisa hacer un “post-grado” de unos meses en Acupuntura para obtener un título oficial en esta materia, mientras un Acupuntor estudia una media de cuatro años para obtener un título que no está reconocido en ningún lugar, y téngase en cuenta que la base de la Acupuntura no es la medicina occidental (los antiguos médicos chinos no estudiaban anatomía y fisiología modernas).

Y podría dar muchas más razones para considerar la situación actual del ámbito de la sanidad como una verdadera caza de brujas, pero no es el momento de entrar en la manida disertación, que es ya del dominio público, acerca de las perversidades y corrupción de la industria farmacéutica. Sólo dejadme recordaros, por ejemplo, que tuvieron que retirar la “inocente” Aspirina Infantil del mercado en el 2003 por provocar hemorragias en los niños (cuando las comimos como caramelos cuando éramos pequeños, confiadas nuestras madres en las recomendaciones de médicos y científicos), mientras que los chinos han recomendado las mismas fórmulas de fitoterápia y técnicas terapéuticas durante MILENIOS, sin contradecirse a ellos mismos.

Afortunadamente, existen países, que para otras cosas tomamos como modelo de referencia (como EEUU o Gran Bretaña), donde el Herbolario estudia su carrera en la Universidad, sin necesidad de ser médico, y donde la Medicina Tradicional China es una profesión legitimada y también desligada de la medicina occidental, lo cual nos tranquiliza en cuanto a la supervivencia de las medicinas naturales, aunque quizás nosotras las brujas y brujos de la península tengamos que exiliarnos o escondernos, como antaño, para poder ejercer la profesión.

Pero seguiremos estando, y la población seguirá demandando este tipo de terapias, porque el retorno a lo natural es irreversible, y el cambio de consciencia que estamos presenciando en este momento de agitaciones, pasa necesariamente por una revisión sobre quién tiene el poder sobre las cosas, entre ellas lo más importante: la salud.

Próxima visita: ¡ABRIENDO LA CAJA NEGRA! 

Articles recommandés

2 commentaires

  1. Esperava algun relat sobre l'època de la inquisició a Barcelona però al final t'ha sortit una proclama pro-teràpies naturals. No és que estigui en contra i m'ha agradat la teva dissertació, però és que no era aquest el tema de la teva aventura per fascicles… no?T'adjunto una curiositat sobre el Barri Gòtic de Barcelona, que ja se sabia però que molts ignoren.http://www.elperiodico.cat/ca/noticias/barcelona/impostura-del-barri-gotic-queda-descobert-una-tesi-doctoral-1193472Encara que no cal espantar-se molt. Era normal en l'Europa romàntica del segle XIX idealitzar el passat i reconstruir-ho al gust vigent.

Laisser un commentaire