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Hace ya unos años que empecé a interesarme por los mandalas, al tiempo que mi vena artística despertaba lentamente de su largo letargo. Sin saber demasiado sobre ellos, tuve la inspiración de dibujarlos, cuidando su circularidad y simetría, para lo que improvisé una técnica. Más tarde decidí plasmar para siempre esta fascinación en mi piel con un tatuaje, y en un par de paredes donde fui invitada a pintar mandalas murales.

Pero ha sido en estos últimos meses, en que he gozado del lujo del tiempo libre, cuando mi creatividad artística se ha definitivamente pronunciado, y mi conexión con los mandalas le ha dado un tema que plasmar, en acrílico sobre lienzo.

Y por aquello de la ley de la atracción, el Universo me puso a mano un taller de mandalas, en el marco del Salón de Bienestar, Bio y Terapias en Mandelieu, Francia, municipio vecino de mi nuevo hogar.

Mi pasado como formadora me lleva a un cierto escepticismo cada vez que voy a un curso. Sin embargo tuve suerte, pues Syama, conductora de la actividad, es una gran maestra ducha en el tema. No sólo desarrolló el taller con admirable organización, sino que consiguió, en el espacio de una escasa hora hacer un buen resumen de la teoría de los mandalas, y hacernos dibujar uno a cada uno de los participantes.

Nos explicó cómo estas formaciones circulares están presentes de una u otra forma en la naturaleza, así como en diversas culturas, a menudo asociados a la espiritualidad, cosa que muchos ya sabíamos.

La gran revelación, no obstante, llegó cuando nos mostró cómo el esquema básico de un mandala corresponde sorprendentemente a la multiplicación celular. Es decir, el concepto de mandala está presente en nuestro ADN pues representa el origen. Es por ello que lo llaman “Flor Vida”, y que lo encontramos por todo el planeta. Fascinante.

Syama nos administró unos folios y unos dacs de colores, nos explicó de manera sencilla cómo dibujar el esquema, dándonos permiso de equivocarnos (pues nos aseguró que a menudo así se crean cosas nuevas), y nos invitó a explorar combinaciones de colores, según nuestra personalidad y estado de ánimo, en los círculos superpuestos de nuestros mandalas.

Tan exitoso fue el taller que mi acompañante, que asistió al taller por no esperarme fuera, me instó a que comprásemos unos dacs como los de Syama para poder terminar nuestras respectivas obras en casa.

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