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Mustard me hace pensar en uno de los temas de Michael Nyman para la película “El Piano”, llamado “Like a mood that passes through you” (como un estado de ánimo que te atraviesa).  http://www.youtube.com/watch?v=4IpIcHsbVGw  Y ciertamente, esta es la esencia de la emoción para la cual recetamos la Sinapis arvensis: cuando un nubarrón, que no sabemos de dónde viene, nos invade el alma, y al cabo de un rato, o unos días, se va.

Casualmente, (o no, como viene ocurriendo), estos días me llegó una información sobre plantas medicinales aplicadas al plano psicológico, en la que se describían distintos tipos de depresión, entre ellas la depresión endógena, es decir, aquella que parece no tener una justificación externa (problemas sociales, de salud, etc.), y que vendría a ser la que se identifica con Mustard. Los apuntes proponían unas plantas para ese caso, pero se hacía el comentario de que, incluso en la depresión endógena, se adivinan motivos externos.

Sin embargo, Mechthild Scheffer en su libro “La terapia Floral de Bach”, lo lleva al plano metafísico y nos habla de deudas kármicas, e incluso del estado Mustard como una forma de penitencia por haber dilapidado el potencial del alma en un provecho egoísta, aunque la personalidad no se de cuenta.

Este estado me es muy familiar, hasta el punto de que en cierta ocasión, mucho antes de ser terapeuta floral, en un arrebato de inspiración escribí un poema llamado precisamente “Moods” en el que contaba mi tendencia a “contraer” estados de ánimo, del mismo modo que la gente contrae resfriados. Sin embargo, no recuerdo haber tomado esta flor antes, al menos auto-prescrita, y me ha costado tres semanas escribir este post pues me olvidaba cada día de tomar las gotas. Quizás mi alma sabe que tiene  que pagar sus deudas y se resiste a mitigar la pena con el confort que otorga la mostaza. De hecho, alguna vez me han acusado de ser un poco masoquista, y quizás por ello, inconscientemente, prefiera vivir en las carnes y sin anestesia esas nubes grises que atraviesan el alma, y que vienen quizás de otra vida, quizás del más allá, o tal vez de una situación presente que no sabemos identificar.

El caso es que he experimentado estos días, ayudada por el difícil mes de Enero, de unos ratos de melancolía, extraña tristeza, y bajón pasajero, como quien pasa una gripe y no toma remedios, porque prefiere que sus propias defensa lidien con el virus sin paliar los síntomas y sin disfrazar el malestar. Pues como decía en mi poema, no me importa si, temporalmente, se me nubla el corazón. Pues en un mundo de fingida felicidad, ya me gusta estar triste a veces, y que me dejen en paz.

Próxima semana: Oak (Quercus robur)

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