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La estación de los primeros fríos y las hojas secas se corresponde, según la teoría de los cinco elementos sobre la que se basa la Medicina Tradicional China, al elemento Metal. Este gobierna los pulmones y el intestino grueso, el sabor que le corresponde es el picante, se asocia al color blanco y la emoción que lo caracteriza es la tristeza.

Decimos que en otoño la Naturaleza se interioriza adoptando un movimiento astringente que produce sequedad, característica del elemento Metal, por lo que se aconseja comer fruta y alimentos de sabor picante, pues estos son de naturaleza expansiva y acción dispersante, que equilibran la mencionada interiorización. Ejemplos de este tipo de alimentos son el jengibre, el ajo, la menta, las habas, la piel de naranja (que se usa en postres), la cebolla, el nabo, el cilantro, el pimiento, la pimienta, o el apio. Muchos de estos alimentos son, además, de color blanco, que como se ha comentado, pertenece a este elemento, siendo purificadores y reforzando el Pulmón y el Intestino Grueso, como lo son también los champiñones. El picante activa la circulación de la energía, de la sangre y de los fluidos corporales, en un movimiento dispersante, de manera que ayuda a eliminar mucosidad y elementos patógenos, y acumulaciones tales como gases en los intestinos. Por ello, el jugo de jengibre, por ejemplo, en una infusión, es muy efectivo para combatir catarros. Además, favorece la digestión, y limpia los tejidos.
Sn embargo, un exceso de picante puede provocar una exteriorización explosiva de la energía, que se traduciría en agresividad y estados febriles. También se asocia a contracturas musculares, un pulso débil (pues dispersa el Qi o energía), desequilibrios mentales (por insulto del Metal al Fuego, el cual regenta al Corazón y al “Shen” o mente-alma), y uñas débiles.
De acuerdo con las relaciones de los cinco elementos, el Metal produce al Agua, por lo que el picante favorecería algunos cuadros de Riñón como frío excesivo, problemas al orinar o una libido baja. Por otro lado, en su relación de dominación con respecto a la Madera (hígado), el picante pude inicialmente relajar la ira (emoción característica de este último elemento), pero luego resecar la energía del órgano, provocando un nuevo y mayor estancamiento de las emociones. Por ello, en otoño se aconseja comer menos picante y un poco más de ácido, para proteger al hígado de la agresión del Pulmón, pues el hígado está en su punto más bajo, y el Pulmón en su punto álgido. Por su parte, el Fuego (corazón) domina al Metal, por lo que el amargo (sabor del Fuego) contrarresta el efecto del picante.
La tristeza, particularmente por una separación o pérdida caracteriza esta estación. Podríamos llamarlo “el blues del otoño”. En estado de equilibrio aceptamos los desprendimientos, pero un desequilibrio en el elemento Metal puede llevar a una resistencia a experimentar una pérdida, que a menudo se traduce, en el cuerpo, en un bloqueo de residuos en el intestino grueso, es decir, estreñimiento. Según, de nuevo, la teoría de los cinco elementos, el llanto es contrarrestado por la alegría, emoción del corazón (Fuego domina a Metal) y contrarresta a la ira, que corresponde al hígado (Metal domina a Madera). Un exceso de dulces o crudos debilitan este elemento y pueden llevarnos al abatimiento. 

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