
Buscaba una experiencia terapéutica durante mis vacaciones, pero la cueva de los lodos medicinales en el Cabo de Gata se encontraba, por desgracia, inaccesible. Sin embargo, el Universo no me iba a dejar sin tema para mi siguiente artículo aquí en el blog, y me lo envió directamente desde el cielo: la aerofobia. ¿Cómo no se me había ocurrido recurrir a flores de Bach, plantas y aceites esenciales para calmar la angustia que me acompaña en el viaje cada vez que subo a un avión?
Los que, como yo, forméis parte del 25% de la población que sufre este problema, también llamado aviofobia, sabréis de qué hablo: nos angustia la idea de tener que volar y nos sobrecoge el pánico una vez dentro de la nave, en el despegue, el aterrizaje o con la menor turbulencia, ante la (improbable) posibilidad de un accidente aéreo, o por el mero hecho de estar allí metidos.
Puede tratarse de una fobia en sí, por miedo a la piratería aérea, o a los accidentes, o bien derivarse de otras fobias como la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), la acrofobia (miedo a las alturas), la nictofobia (miedo a la noche o a la oscuridad) o la agorafobia (miedo a los ataques de pánico en lugares públicos). Podemos también encontrar sus causas en experiencias traumatizantes previas relacionadas con aviones, ya sea a raíz de un vuelo particularmente difícil, o bien de una mala noticia recibida en un aeropuerto, entre otras.
La industria farmacéutica nos propone, por supuesto, diversas soluciones en forma de comprimidos, siendo los más habituales los ansiolíticos de la familia del diazepán, tranquilizantes efectivos que podemos encontrar en diversas variantes y con una longitud de acción de entre 8 y 24 horas. Yo siempre me pregunto qué capacidad de reacción tendría una persona bajo los efectos de este tipo de preparados, si, por desgracia, se diese el tan temido aterrizaje forzoso o evacuación de emergencia. Aunque algunos de estos medicamentos son genéricos de venta libre en las farmacias, los mismos profesionales que abogan por esta vía recomiendan consultar con el médico pues el prospecto que los acompaña contiene, como de costumbre, una larguísima lista de contraindicaciones y efectos secundarios.
Para los que, como yo, preferimos abstenernos de drogas de síntesis, la Naturopatía nos propone alternativas eficaces y con menos contrapartidas.
Fitoterapia
Entre las plantas medicinales más utilizadas para calmar el sistema nervioso encontramos, en el grupo de los sedantes o tranquilizantes la valeriana (Valeriana officinalis) que debe dosificarse correctamente, pues en exceso puede producir el efecto contrario, la pasiflora (Passiflora incarnata) también relajante muscular pudiendo prevenir contracturas tensionales, la tila (Tilia x Europaea) tranquilizante más suave, el espino blanco (Catraegus oxyacantha) gran regulador además del ritmo cardíaco, o la avena (Avena sativa L.). En el grupo de los ansiolíticos encontramos el hipérico (Hypericum perforatum L.), la amapola (Papaver rhoeas), y de nuevo la pasiflora y el espino blanco.
Pueden encontrarse preparados individuales de algunas de estas plantas, o sinergias de varias de ellas, opción por la que yo opto a menudo, pues las plantas se potencian entre sí. Un extracto de la planta fresca, es decir, un preparado líquido, nos garantiza mejor absorción, sobretodo si nuestro sistema digestivo se ve alterado por el susto.
- la Albahaca tropical (Ocimum basilicum L.), recomendada para el dolor de barriga por miedo y para el insomnio por estrés. Es además muy eficaz contra el mareo, por lo que puede sernos muy útil en el botiquín de viaje.
- la Manzanilla romana (Chamaemelum nobile L.), calmante y sedativa, una gota en la carótida puede tranquilizarnos si entramos en shock a causa de violentas turbulencias. Se puede usar en niños.
- el Geranio Bourbon (Pelargonium asperum cv bourbon), gran ansiolítico y anti-estrés, un equilibrante emocional que nos recuerda el olor a rosa, por lo que podemos también usarlo como perfume sensual en el lugar de vacaciones.
- el Jazmín (Jasmin officinal), induce la producción de encefalinas, hormonas relacionadas con la relajación y el placer, por lo que ayuda a sentirse bien. Tiene además una gran reputación como afrodisíaco.
- el Limón (Citrus limon L.), para la hiperexcitabilidad, es un gran equilibrante nervioso, asimismo apto para los más pequeños.
- la Mandarina (Citrus reticulata), infalible somnífero de la aromaterapia, anti-estrés y contra la excitación excesiva.
- la Mejorana (Origanum majorana), específico para la claustrofobia, las reacciones impulsivas y la angustia, como para aquellos que se alteran fácilmente.
- el Incienso (Boswelia carterii), contra la angustia, paranoia u obsesión. Para aquellos que quieran meditar o controlar sus pensamientos durante el vuelo.
- el Vetiver (Vetiveria zizanoïdes), concretamente indicado para tranquilizarse antes de un viaje en avión, pues es el aceite de la tranquilidad. Presente en muchos perfumes masculinos, actúa también sobre el insomnio.
- la Lavanda Fina (Lavandula angustifolia P.), el más versátil de los aceites esenciales, representa la madre tranquilizadora. Es un genérico del sistema nervioso que podemos también usar en quemaduras y picaduras de insectos, siendo otro imprescindible en el botiquín del trotamundos.
- el Laurel noble (Laurus nobilis L.), esencia que nos ayuda a afrontar situaciones difíciles, pruebas aterradoras como subirse a un avión. Actúa contra la ansiedad paralizante.
- el Petit-grain (Citrus aurantium ssp aurantium), calmante nervioso óptimo, además, para librarse del jet lag. Ideal para niños hiperactivos.

Una vez más, las flores funcionan muy bien en sinergia, utilizandose entre 3 y 7 en total.
Otro tipo de terapéuticas se muestran igualmente efectivas en muchos casos, como son la hipnosis, la terapia cognitivo conductual (tcc), la biodescodificiación o la risoterapia. De hecho, algunas compañías aéreas proponen programas para sana la aerofóbia que incluyen este tipo de acercamiento, así como consejos, estadísticas y demostraciones de cómo funciona un avión aunque estoy segura que saberse la teoría no alivia a todo el mundo, pues para los que padecemos de este tipo de miedo, cuando estamos allí arriba, botando en un mar de nubes grises, ya nos pueden decir misa.
En cualquier caso, si se opta por los remedios naturales o por psicoterapias, es necesario empezar algunos días, o semanas, antes del viaje, para que el organismo reciba la información y la asimile. En medicina natural no hay pastillitas mágicas.
Y por supuesto, la mejor manera de calmar el sistema nervioso es ¡no excitarlo!, por lo que es mejor abstenerse de café y otros estimulantes en los días previos al viaje. Se recomienda también aumentar la ingesta de agua, pues la deshidratación puede aumentar la sensación de miedo. El alcohol puede ayudarnos a dormir en un avión (sobretodo combinado con los diazepanes) pero el despertar puede ser angustioso.
Para finalizar, no olvidar el aspecto psico-somático que, en este caso, es bastante literal: miedo a volar. ¿A qué tenemos miedo realmente? ¿Por qué nos castigamos con una experiencia negativa? He comprobado en esta última experiencia mía que la confianza en la vida y la redención al destino pueden ejercer un notable efecto calmante.
¡Feliz viaje!
Fuentes:
- https://salud.uncomo.com/articulo/como-superar-la-aerofobia-2567.html
- https://www.miedoalosaviones.com/medicacion-miedo-volar/
- https://es.wikipedia.org/wiki/Aerofobia
- Aroma psy. Festy, Danièle. ISBN 978-2-84899-702-5. Quotidien malin éditions 2014.