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Imaginemos un mundo ideal en el que comer dulces no engordase, ni subiese los índices de azúcar en la sangre, ni tuviese riesgos cardiovasculares, ni provocase caries, ni crease adicción, ni… bueno podría seguir arremetiendo contra las maldades del azúcar pero no lo haré, pues ese mundo ideal dulce y sano a la vez, ha llegado.
Y podría haber llegado mucho antes, de no ser por los bloqueos legales y comerciales que ha sufrido la Stevia Rebaudiana Bertoni, o Estevia, desde que fuera descubierta por el botánico español Pedro Jaime Esteve en el siglo XVI, descrita científicamente por el naturalista suizo Moisés Bertoni a finales del siglo XIX, y analizada clínicamente por el químico paraguayo Ovidio Rebaudi en el 1900.
Pues este arbusto nativo de la Sudamérica tropical, lleva endulzando saludablemente el mate de los indios guaraníes de Paraguay, sur de Brasil y norte de Argentina durante siglos. Sólo que en occidente, su alto poder endulzante (300 veces más que el azúcar) y sus indicaciones anti-diabéticas provocaron un lobby corporativo por parte de multinacionales de edulcorantes y farmacéuticas, que no estaban dispuestas a ver peligrar sus negocios por causa de la “hierba dulce” o Ka’a He’ê. 
Así que después de que la Cocacola y Cargill se hiciesen con 24 patentes relacionadas con la planta para asegurarse su monopolio, y de que algunos ex cargos de la FDA (que prohibió su uso durante años) se beneficiasen durante un tiempo de tal prohibición pasando a formar parte de la una multinacional de endulzantes, por fin, desde el 2008 en EEUU y desde diciembre del 2011 en Europa, podemos disfrutar de la Estevia en nuestras mesas, gracias en gran parte a campañas encabezadas por la Asociación Europea de la Estevia (EUSTAS) y por el agricultor Josep Pàmies, creador de la asociación “La Dolça Revolució”.
Se puede cultivar en casa, pero comercialmente la encontramos en forma de polvo blanco, líquida, o en hojas secas. No sólo se usa como endulzante sino en infusión también pues cuenta con múltiples propiedades: es anti-oxidante, por lo que tiene un efecto anti-envejecimiento, cardiotónica y protectora cardiovascular, baja la tensión, es diurética, ayuda a combatir el ácido úrico, y es también antiviral y bactericida. Además, la planta restaura el suelo donde se cultiva, y sus residuos fermentados se usan para regenerar terrenos contaminados por la sobreexplotación agrícola.
Aunque está exenta de vitaminas, contiene proteínas, fibra, fósforo, calcio, potasio, zinc, hierro, manganeso y cobalto. No se procesa por el hígado, no aumenta la glucémia (por lo que es apta para diabéticos), no tiene peligro de sobredosis y no es oxidativa ni cancerígena, a diferencia de otros endulzantes artificiales.
Con todo este coctel de virtudes, y ahora que por fin se libró de sus verdugos y vio la luz, la Estevia nos da la oportunidad de acaramelar nuestras vidas sin el yugo de la culpa, y que, ahora sí, a nadie le amargue un dulce.

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