Recuerdo que, en los albores de mi camino en el mundo de las terapias naturales, asistí a un taller de abrazo a los árboles. Apretando entre mis brazos un hermoso tronco, cual pequeña koala, sentí que él me correspondía, y la experiencia me llenó de bienestar. Lo que no sabía en aquel momento es que había asistido a una sesión de Silvoterapia.
