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Vine ha supuesto, sin duda, la mayor revelación y el mayor reto desde que empecé este experimento, y por ello, me ha tomado casi un mes poder realmente entender la relevancia de esta flor en mi experiencia personal y poder escribir al respecto.

Para empezar, me ha resultado fascinante observar la resistencia interna ante la Vitis vinifera, pues no sólo olvidaba constantemente el tomarla sino que a pocos días de empezar con ella, “inconscientemente” empujé la botella al suelo desde cierta altura y estalló en pedazos, cosa que no me había sucedido antes, ni durante estos últimos meses, ni desde que tomé Flores de Bach por primera vez. Muy típico de Vine, pues ese personaje interno dictatorial y castigador que intentamos neutralizar con la Vid, no se iba a dejar vencer tan fácilmente.

El primer nivel en el que percibí la acción de la flor, fue en el plano de las obligaciones. Me había estado imponiendo, últimamente, rutinas un poco severas y agotadoras “por mi bien”. Había estado madrugando un poco más y saliendo a correr con mi perro con el fin de estar en forma los dos y combatir mi distensión abdominal. Hasta que un par de personas me hicieron notar que el perro parecía excesivamente cansado, yo contraí un inesperado resfriado, y una mañana no me pude levantar a correr. La influencia de Vine me hizo caer en la cuenta de que quizás estaba forzando demasiado la máquina, considerando que trabajo unas once horas al día, y que el descanso, además del ejercicio, es también un aspecto imprescindible para la salud y sobretodo un antídoto contra el estrés, el cual es en gran parte responsable de la retención de líquidos en el abdomen. Pero no sólo eso sino que estaba obligando a correr a un perro que, por raza, no tiene gran capacidad pulmonar ni circulatoria, como me confirmó días después la veterinaria, poniendo en riesgo su salud. Muy en la línea de Vine.

Creía que con eso había entendido el alcance de la flor y el riesgo que comporta el no mantener a raya a semejante dictador de la consciencia. Pero esta misma noche mi consciencia se ha ampliado al darme cuenta de que el dictador no sólo me estaba imponiendo obligaciones, sino que también estaba juzgando y vetando mis anhelos indebidos, mis inconfesables deseos, sobretodo uno de ellos que, en concreto, ha estado disturbando mi serenidad últimamente. Claro que Vine actuaba “por mi bien”, intentando ahorrarme el sufrimiento que potencialmente conlleva el riesgo de caer en la tentación.

Y ahí entramos en un terreno pantanoso pues, del  mismo modo que Hitler llegó al poder por vía democrática y apoyado por todo un pueblo, los que albergamos a Vine en nuestro ser le hemos puesto ahí, al mando, para que cumpla una función: la de control y protección. Pues necesitamos un líder fuerte que nos guarde de nuestra propia debilidad y de los riesgos del exterior. Sólo que las maneras de los dictadores a menudo comportan daños colaterales, y sus objetivos no siempre responden a los intereses de quienes les permiten estar en el poder. Y yo, que me tengo por una persona valiente e independiente, observo horrorizada mi subyugación a este tirano por causa de mi cobardía ante ciertas emociones con las que no quiero lidiar, y de las que prefiero se haga cargo él, a su despótica manera. Y lo peor es que no tenía ni idea.

Supongo que el hecho de que uno de mis progenitores haya sido una persona típicamente Vine no ayuda, pues acabamos integrando a nuestros padres y reproduciendo sus actitudes. Sin embargo, esto tampoco justifica un comportamiento fascista, hacia una misma y hacia otros, por mucho que sea heredado, una vez se ha tomado consciencia de ello.

Pero a fin de cuentas, la pregunta que cabe hacerse es: ¿estamos preparados para dejar ir a Vine? ¿somos suficientemente maduros y evolucionados para hacernos cargo de nuestras emociones y comportamientos sin miedo a perdernos o dañarnos? ¿o seguimos necesitando a un patriarca dominante y autoritario que nos mantenga a raya y nos cree una falsa sensación de seguridad?

A nivel mundial, muchas sociedades, la mayoría, están todavía obviamente inmaduras, de otro modo no habría a estas alturas líderes políticos que iniciasen guerras, mostrándose fuertes de cara a sus pueblos, pero con nefastas consecuencias para estos. A nivel personal, debo consultarlo con  mi almohada.

Otro detalle que me parece interesante acerca de Vine es que de la Vid se hace el vino, y en el vino se disuelven las inhibiciones, haciéndonos actuar a menudo de manera alocada y vergonzosa, pero liberando sin duda el espíritu del yugo de la moral castrante. Y cuanto más castrante la moral, más alocado el comportamiento bajo la influencia del vino, del mismo modo que una política demasiado opresora no puede traer otra cosa que rebelión.

Próxima semana: Walnut (Juglans regia)

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