Tél

06 52 06 63 00

E-mail

orench.anna@gmail.com

Primera semana de experimento y me estreno con una flor que nunca había tomado, al menos auto-prescrita: la Agrimonia eupatoria. 

Mi experiencia previa con este remedio era, pues, a través de lo observado en otros y de lo leído en los libros. Recuerdo un caso en que una compañera de estudio vomitaba cada vez que la tomaba, y otro en que la paciente, de carácter jovial y muy vital, no paraba de llorar. Estos antecedentes podrían echar atrás al profano, sin embargo Agrimony está, en su aspecto positivo, relacionada con la alegría interior y la aceptación del lado oscuro o difícil de la vida. Sólo que para llegar a ello, primero hay que quitarse la máscara de la alegría fingida, y eso de entrada, duele.

Así pues, esta flor está indicada para aquellos que, aparentemente, están siempre de buen humor y desprenden alegría de vivir, pero que sufren un pesar escondido que no confiesan a nadie.

Me preguntaba qué podía aportarme este remedio, ya que en principio no me sentía demasiado identificada, puesto que soy el tipo de persona que cuando está de mal humor no sabe disimularlo. El Universo me echó un cable y confabuló, durante toda la semana, una serie de pequeños sucesos desfortunados que, sin ser trágicos, forzaron mi estado de ánimo hacia la tristeza. Y ahí es cuando Agrimony entró en acción. Empecé a conectar mi desazón a circunstancias o hechos a los que nunca la había atribuído, aunque ahora me parecen obvios. Me di cuenta de que mi sistema de valores no me permitía entristecerme por según que cosas que eran consideradas nimias por mi fuero interno. Entendí que Agrimony no sólo nos desnuda de cara a la galería sino de cara a nosotros mismos, y que a veces no reconocemos ni identificamos ese pesar escondido.  De hecho, el no haberme auto-prescrito nunca esta flor es un síntoma inequívoco Agrimony, precisamente. Ha sido como quitarme una máscara delante de un espejo.

Interesante descubrimiento ya que sin la percepción que nos aporta la Agrimonia, podríamos estar prescribiendo Mustard (como veremos más adelante) equívocamente.

Me despido del remedio, tomando unas gotas más, y observando mi máscara, que me sonríe desde el suelo, mientras el reflejo del espejo, aliviado, me sonríe también.

Próxima semana: Aspen (Populus tremula)

Articles recommandés