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La entrada del otoño, en su caer de hojas secas, nos ofrece la oportunidad de dejar ir, limpiarnos y regenerarnos, siendo un momento ideal para una depuración. Y qué mejor instrumento que uno de sus frutos, manjar de dioses, la uva. Baco y Dionisio  ya conocían sus propiedades y no dudaban en beneficiarse de ellas, no sólo bebiendo su fermentación, sino usando la fruta fresca como medicina y cosmético.

La uva

Originaria de Europa y de Oriente Medio, la Vitis vinifera o vid se cultiva ampliamente tanto para la producción de vino, como para la venta de su fruta como comestible. Esta es muy apreciada en el marco de la salud por su composición rica en vitamina C (de efecto antioxidante y anti-edad), vitaminas del complejo B, y vitaminas A K D y E. Contiene un 80% de agua, fibra, hidratos de carbono, taninos (anti-bacterianos), proteína y fructosa. También potasio, el cual regula la hipertensión, contrarrestando al sodio. Es además rica en luteína, zeaxantina y betacarotenos, por lo que mejora la vista, hierro, que refuerza el sistema inmune, fósforo, que combate el cansancio y la fatiga, y calcio, que previene la osteoporosis y los calambres musculares.
Los bioflavonoides en la piel de la uva, además de ejercer una acción antioxidante, eleva los niveles de HDL o colesterol bueno. En la uva negra encontramos también resveratrol, un flavonoide que protege las paredes de los vasos sanguíneos, previniendo problemas cardio-circulatorios.
En sus semillas encontramos ácido linoléico, un ácido graso esencial que refuerza el folículo piloso en el cuero cabelludo y aumenta la protección de la barrera cutánea, de ahí su uso en cosmética como aliado de la piel y el cabello. Las semillas son, además, ricas en vitamina E, potente antioxidante.
Esta fruta potencia también la salud del hígado, combate el estrés, tiene efecto laxante y goza de gran reputación en la prevención del cáncer, pues tiene efecto alcalinizante, ayuda a depurar la sangre y puede inhibir el crecimiento de células cancerosas.
Los diabéticos y propensos a cálculos renales deben consumirla con moderación por su considerable contenido en hidratos de carbono (azúcares) y calcio.

Las monodietas

Este coctail de virtudes hace de la uva un excelente medio de detoxificación. Sin embargo, el secreto de la cura está en la monodieta, la cual consiste en comer un solo alimento durante uno o varios días, que generalmente se hace con frutas, verduras o cereales como la piña, la manzana, el arroz integral o, en este caso, la uva. Esta limitación de la ingesta diaria promueve la autofagia de nuestras células, en que ellas mismas atrapan y expulsas residuos nocivos de su interior, promoviendo su buen funcionamiento y regeneración. Al mismo tiempo, el hecho de simplificar a tal punto la alimentación durante un corto periodo de tiempo, permite al organismo no sólo librarse de cúmulos y depósitos, sino además invertir la energía ahorrada (la digestión compleja cotidiana es un considerable esfuerzo para el organismo) en regenerar los otros órganos y darle un descanso al hígado. Todo ello resulta en un efecto regenerante y rejuvenecedor del organismo.
Las monodietas suelen realizarse en periodos de 3 días, pues son 72 horas las que necesitan las células de la flora intestinal para renovarse completamente. Sin embargo, un mantenimiento de un día por semana es aconsejable, sobretodo en dietas de adelgazamiento y revitalización. O la monodieta durante una comida al día, varios días a la semana (por ejemplo, desayunar manzanas). También son habituales los programas de 21 días, reservados para aquellos con experiencia en este tipo de procesos.

La cura de la uva

Cuando hablamos de 3 días de cura, en realidad debemos contar toda una semana, pues necesitaremos dos días de preparación y dos días de retorno a la normalidad. Esto es muy importante para evitar reacciones indeseadas.  Así, entre dos y cinco días antes de la cura deberemos eliminar progresivamente los productos de origen animal (carne, pescado, huevos, lácteos), los productos que contienen gluten (pan, pasta, harinas) el tabaco, el café, el alcohol, el azúcar y sobretodo los alimentos refinados, procesados y precocinados. Por lo tanto limitaremos la alimentación a frutas, verduras, legumbres, cereales enteros sin gluten (arroz, mijo, maíz, trigo sarraceno) y algas si se desea. Durante este periodo elegiremos las uvas a utilizar, se recomienda incluir variedad para beneficiarse de los distintos nutrientes, aunque no se deberán mezclar las variedades dentro de una misma comida. Por supuesto, debemos elegir uvas de cultura ecológica, para evitar tóxicos que arruinarían nuestra detoxificación
Durante los tres días de la cura propiamente dicha, empezaremos la jornada con una infusión de plantas o zumo caliente de limón. Se deben realizar entre tres y cinco comidas de uva al día, y evitar picar entre horas. Lo mejor es hacer una comida cada cuatro horas y beber zumo de uvas y/o infusiones en los intervalos. La cantidad de uva es ilimitada, aunque suele oscilar entre un y tres kilos al día.
Es importante comer la piel así como las pepitas, para beneficiarse de los nutrientes que contienen, descritos más arriba. Y, por supuesto, realizar una buena masticación, evitando tragar directamente, pues ello puede acarrear molestias digestivas.
Tras los 3 días, debemos retomar la alimentación progresivamente, introduciendo frutas, verduras, cereales y legumbres progresivamente y en este orden. Se desaconseja hacer demasiadas mezclas de alimentos en estos dos días de recuperación, es decir, comer sólo uno de ellos en cada comida, para permitir al sistema digestivo habituarse de nuevo.
Debemos también aprovechar este momento de “semiayuno” para reflexionar acerca de nuestros hábitos, de nuestro apego a ciertos alimentos, y de la conveniencia de mantener el sistema digestivo limpio y ligero, para poder disfrutar de un cuerpo sano y lleno de energía, que garantice nuestra vitalidad.

Fuentes :

 

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