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Nunca es fácil seguir una dieta o iniciarse en un nuevo modelo de alimentación, pues somos animales de costumbres y cambiar hábitos requiere esfuerzo. Ineludiblemente, la resistencia interna al cambio aflorará en algún momento y nos veremos confrontados a dudas y tentaciones de abandono. Aquellos con férrea determinación superarán los obstáculos con su propia fuerza de voluntad. Para el resto los mortales, Bach nos dejó Gentian. 

Dentro del grupo de la incertidumbre, esta flor está indicada para aquellos que, dotados de un pesimismo de base en el que secretamente se recrean, se desaniman fácilmente. Cualquier pretexto justifica que tiren la toalla, contentos en el fondo de haber fracasado. Dejarse tentar en una barbacoa, cuando están intentando pasarse al vegetarianismo; descubrir que han aumentado un kilo, cuando están intentando perder peso; leer un crítica negativa, en una revista, sobre la nueva dieta adoptada, son motivos suficientes para hacer a estos individuos desistir en sus propósitos.

En realidad, es su falta de fe inicial que se sirve, de manera oportunista, de los obstáculos reales o imaginarios que cualquier proyecto confronta. Aprovechan para poner en tela de juicio el nuevo plan dietético y se contentan con pensar “ya lo sabía”.

La Genciana transforma la renuncia fácil en una constante perseverancia. Ayuda a remontar de las recaídas y a considerar los obstáculos como retos de los que se puede aprender y que nos ayudan a fortalecernos. Nos dota de perseverancia, a pesar de las dificultades, y restaura nuestra fe en nosotros mismos y en nuestro proyecto.

Es uno de los doce remedios principales que describió Bach, por lo que aquellos con tendencia Gentian, pueden dejarla a mano, al lado de la nevera.

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