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Terminado el festín navideño, si no hemos tomado precauciones, puede que se nos haya quedado el cuerpo ligeramente saturado y con una gran sensación de acidez. Esta gran resaca, aunque pasajera, no es sin riesgo para el organismo por lo que es conveniente tomar cartas en el asunto y ayudar al organismo a restablecer su buen pH.

Regulación del pH versus detox

A menudo encontramos en los medios, en esta época del año, propuestas de detoxificación para eliminar los excesos acometidos durante las fiestas navideñas y purgar nuestra culpa, lo cual parece razonable. Sin embargo no debemos olvidar que una detox implica un esfuerzo considerable para el organismo, y en invierno la energía está baja y se interioriza, por lo que no es el momento de poner los emuntorios a trabajar a “tutiplén”, sino que conviene esperar a la primavera, estación del hígado (según la Medicina Tradicional China), y momento de renovación. Para los que viven en el hemisferio sur, el calor veraniego de Enero no es tampoco propicio para este tipo de esfuerzos, y es mejor, en su caso, esperar a otoño (estación de los intestinos) para hacer una buena cura depurativa. De todas formas, el mero hecho de parar de comer turrones y volver a una dieta, digamos, normalizada, debería permitir al cuerpo volver al equilibrio y eliminar los excesos de manera natural.

Sin embargo, algunos de los estragos causados no sólo por la vorágine navideña sino también por la del resto del año, pueden resultar en lo que llamamos un “terreno ácido”, estado no muy agradable y que implica un cierto riesgo para la salud, por lo que no está de más echar una mano al cuerpo para devolverlo al equilibrio, sin agotar sus reservas energéticas. El equilibrio del pH es, en este caso, una buena estrategia.

Terreno ácido

El pH del organismo

Llamamos pH a la unidad de medida del grado de acidez o alcalinidad de un líquido, siendo un ácido un dador de protones (H+) y una base, o substancia alcalina, un receptor de protones, por lo que la acidez de una solución depende de su concentración en iones H+. En el ser humano, decimos que el equilibrio se sitúa alrededor de un pH 7,5, pues tanto la sangre como el plasma arterial tienen un pH de 7,4, el medio intracelular 6,8, y el líquido cefalo-raquídeo 7,9. Por debajo de estos valores se dará una acidez, y por encima una alcalosis, siendo importante remarcar que la vida no es posible fuera de estos parámetros y que el organismo prioriza absolutamente el equilibro del pH para asegurar la supervivencia.

Por lo que cuando hablamos de un “terreno ácido” no nos referimos a una sangre ácida, sino a una serie de alteraciones físicas o psíquicas, agudas o crónicas, que son consecuencia de la puesta en marcha de los sistemas de regulación que utiliza el cuerpo para que el pH de la sangre continúe estable.

Causas

Existen diversos factores que nos pueden conducir un exceso de acidez, pero el más evidente es sin duda la alimentación, tanto por exceso de alimentos acidificantes (sal, azúcar y proteínas animales), como por falta de vitaminas y sobretodo minerales. Sin embargo no es la única causa, pues debe saberse que nuestro organismo es acidificante por defecto, pues una gran parte de nuestros deshechos, fisiológicos como patológicos, es ácida. Por otro lado, el estrés influye negativamente en el equilibrio ácido-base, como la falta de sueño o el ejercicio físico excesivo. Por su parte, algunos medicamentos, sobretodo los anti-inflamatorios y la píldora anticonceptiva son también acidificantes, así como algunas enfermedades (infecciones), el sedentarismo o el ayuno. Por lo que a la hora de encarar el problema, todos estas circunstancias deben tenerse en cuenta.

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Sistemas de regulación

De modo que el organismo, para eliminar este superávit de ácidos y mantener los valores constantes en sangre, activará una serie de mecanismos de regulación que nos darán los síntomas típico de un terreno ácido.

Eliminación

La prioridad del organismo es la de deshacerse de esta acidosis, y los órganos encargados de esta función son los riñones (no en vano el invierno es la estación del riñon en MTC), los pulmones y la piel.

En efecto, la orina es el indicador más evidente y fiable del esfuerzo que hace el organismo para expulsar los iones H+ sobrantes, siendo una orina ácida aquella que presenta un pH de menos de 7. La mesura de su pH es bastante sencilla, pues unas tiras reactivas de venta en farmacia son suficientes, si tenemos en cuenta que la primera orina de la mañana no es indicativa, y que deben realizarse tres tomas al día, de tres a cuatro veces por semana durante unas tres semanas, para obtener valores significativos. La alarma debe sonar si durante el día, nuestra orina desciende a un pH de 6 o menos.

Por la respiración expulsaremos los ácidos volátiles, por lo que es habitual el moqueo como síntoma de eliminación. Por su parte, la piel jugará también un papel importante (de ahí la insistencia de los fabricantes de gel de baño sobre el famoso “pH neutro”), produciéndose dermatosis y descamaciones como resultado de un terreno ácido.

Almacenamiento

Cuando la eliminación es lenta o insuficiente, el organismo almacena en los diferentes tejidos este exceso de ácidos a la espera de poder expulsarlos. Esto produce síntomas como dolor, fatiga, escalofríos o problemas digestivos varios. Es el caso de las agujetas, en que un esfuerzo físico produce una gran cantidad de ácido láctico que el cuerpo no consigue eliminar inmediatamente y lo retiene en los músculos, produciendo dolor.

Tamponamiento

Este mecanismo consiste en la liberación de sustancias alcalinas (o bases) que el organismo extrae de sus diferentes tejidos para equilibrar la acidez. El ejemplo más conocido es el tampón del hueso, pues el descenso del pH (o acidificación) induce a una disolución del calcio óseo (substancia alcalina) que sirve para devolver la estabilidad. En este hecho se basa la desmitificación de los productos lácteos como alimentos indispensables para los huesos por su aporte de calcio, pues al ser ácidos (ácido láctico), provocan a la larga la desmineralización del hueso.

Restablecimiento del equilibrio acido-básico

Sin embargo a menudo estos sistemas de regulación son insuficientes, pues precisan energía y, como hemos dicho, en invierno no vamos sobrados, por lo que nuestra ayuda será indispensable para asegurarnos un pH sano.

Alimentación

Es posiblemente el factor de mayor incidencia y al mismo tiempo sobre el que es más fácil actuar. Una dieta equilibrada debería constar de 30% de alimentos ácidos y 70% alimentos alcalinos, siendo, en principio, la dieta vegetariana la más alcalina, si no se abusa de los cereales ni del azúcar.

En consecuencia, limitaremos los alimentos ácidos como las carnes y charcuterías, los productos lácteos, el azúcar como aditivo, los cereales refinados, las grasas saturadas o hidrogenadas, el café, el té, el alcohol y las sodas (sospechosos habituales). Priorizaremos por otro lado la fruta madura (excepto las naranjas), las verduras crudas o cocidas (especialmente espinacas, acelgas, brocoli, aguacates, apio, col rizada o pepino), las hierbas aromáticas, los productos derivados de la soja, las patatas (único amiláceo o carbohidrato alcalinizante), las uvas pasas, o los frutos secos, en particular las castañas.

No olvidemos que un alimento de sabor ácido no es necesariamente acidificante, pues es limón es uno de los alimentos más alcalinizantes que existen.

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Suplementación

Como complemento de la alimentación, y para reforzar esta acción equilibradora del pH, algunos suplementos pueden ser de gran utilidad, empezando por el humilde bicarbonato de soda alimenticio, clásico remedio de las abuelas después de un atracón, pues es la substancia más alcalina que existe, y en la misma línea, las aguas carbonatadas, entre ellas la tradicional Agua de Vichy. El alga espirulina, pero sobretodo el alga chlorella, por su gran contenido en clorofila ejercen una acción alcalinizante, del mismo modo que el wheatgrass o pasto de trigo, complementos que se encuentran en comprimidos o en polvo. El Serum Quinton Isotónico, o plasma marino diluido aporta una gran cantidad de oligoelementos, los cuales juegan un rol importante en el equilibrio acido-básico. Algunos naturópatas optan por el Lithothame, alga rica en calcio o incluso por el Calcio marino (atención las personas con tendencia a la litiasis renal). Y para estimular la expulsión de ácidos por la urina nada mejor que una mezcla de plantas úrico-súricas como el harpagofito, el ortosifón, la ortiga verde, el grosellero negro o la ulmaria, en extracto, ampollas o infusión. La vitamina C, finalmente, ejerce también una acción úrico-súrica, además de estimular la inmunidad y ser un gran anti-oxidante.

Hábitos de vida

No menos importante es la gestión del estrés, siniestra sombra tras todos los males, que como hemos visto juega un importante papel en la acidificación del organismo, por lo que es conveniente encontrar estrategias e incorporar hábitos relajantes, ya sea terapia de grupo o hacer origami, que liberen nuestras tensiones y nos hagan sentir bien. Sin olvidar un poco de ejercicio físico y un buen reposo, que como siempre digo, son los  pilares indispensables, junto con la alimentación, no sólo de un pH correcto, sino de un organismo vigoroso para una vida más feliz.

Fuentes:

  • “La Méthode Acide-Base” Dr. Hervé Grogogeat. Odile-Jacob 2007.
  • “L’alimentation ou la troisième médecine”. Dr. Seignalet. Ed.Rocher.
  • “La Méthode Kousmine” Fondation Dr. Catherine Kousmine. Poches Jouvence.
  • “Cancer: être acteur de son traitement” Alain Dumas, Eric Ménat. Leduc.s éditions.

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2 commentaires

  1. […] Con respecto a la cantidad, os aconsejo acompañar cualquier ágape contundente con plantas aromáticas como el tomillo, el orégano o el romero, o condimentos, como la mostaza, de acción digestiva, que van a ayudarnos a asimilar los alimentos y minimizar el empacho. Podéis incluso adquirir la costumbre de beber un vaso de zumo de limón en agua tibia en ayunas, para ayudar a alcalinizar el organismo. […]

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