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Que levante la mano quien no tenga un trauma de infancia, de juventud, o de algo que sucedió la semana pasada. ¿Nadie? Lo suponía. Entre mis hermanas incluso bromeamos asiduamente acerca de los traumas infantiles de cada una, consecuencia de sucesos de los que las demás fuimos testigos.

Y no es que las heridas del pasado sea algo que nos divierta, pero es tan cotidiano que hablamos de ello tan jovialmente como podemos hablar de las anécdotas familiares más divertidas. Aunque, a pesar de formar parte de nuestra historia y de lo que somos ahora, no por ello debemos permitir que vivan instauradas en nuestra alma y sigan provocando dolor. Y para eso el Dr. Bach nos dejó la Estrella de Belén.

No importa que el desafortunado suceso responsable de nuestra sangrante herida sea reciente o añejo, pues el estrés post-traumático tiene la capacidad de mantenerse perenne a lo largo del tiempo. Del mismo modo, tampoco importa demasiado la magnitud de la tragedia pues pequeñas humillaciones cotidianas pueden ir erosionando nuestra sensibilidad con los años y hacer tanta mella como el peor de los eventos. Por ello, siempre es un buen momento para tomar la Ornithogallum umbellatum y permitir que su efecto sanador nos ayude a saldar cuentas con el pasado.

Como viene siendo costumbre, la toma de esta hermosa flor blanca estos días coincide con mi inmersión en otro camino de sanación, esta vez el Coaching, a través del cual estoy prestando atención a un insatisfactorio aspecto de mi vida, a priori libre de traumas. Ciertamente, esta forma de acompañamiento que es el Coaching (no lo llamaré terapia porque si lo hago mi coach me riñe), me ha llevado estos días a reflexionar sobre el estado de una cuestión que no fluye bien en mi vida, y a reconocer que, por mucho que yo quiera hacer una lectura positiva acerca de las experiencias pasadas, quedarme con lo bueno de cada una, y sentirme afortunada por el aprendizaje que han supuesto, hay un dolorcito residual almacenado al que no he estado haciendo caso. Y que puede que sea responable, al menos en parte, de mi actitud actual con respecto a este tema. Así que, ni corta ni perezosa, y acompañada de mi coach y de la Estrella de Belén, tomo cartas en el asunto, nunca mejor dicho, pues decido escribir cartas a todas aquellas situaciones que siguen aguijoneándome desde el pasado, para cantarles las cuarenta y decirles lo que tenía que haber dicho en su momento.

Y ¡qué ancha me quedo! Porque del mismo modo que los malos recuerdos pueden viajar en el tiempo y visitarnos en el presente para hacernos daño, también podemos hacer nosotros el viaje a la inversa, y visitar esas memorias que nos dejaron pesar, para liberarlas del baúl de los recuerdos diciéndoles que ya no las necesitamos más.

Próxima semana: Sweet Chestnut (Castanea sativa)

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2 commentaires

  1. […] ¡Qué liberación! Por otro lado, estoy segura de que algo debió recordarle a Dorothy que todos los caminos llevan a Roma, por lo que cualquier sendero de baldosas amarillas la conduciría a Oz. Quién sabe, tal vez estaba tomando Scleranthus. Próxima semana: Estrella de Belén (Ornithogalum umbellatum) […]

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