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Personalmente, me cuesta creer que fuese Eva quién incitase a Adán a comer la fruta prohibida, más bien sería al contrario. Pero dejando al lado el aspecto misógino de este acontecimiento bíblico, detonante de todos los males de la humanidad, es curioso que, en el imaginario colectivo, la tentación esté vehiculizada por un alimento, la manzana, que costó a los dos primeros humanos de la divina creación la expulsión del paraíso. ¿Y si todo hubiese empezado ahí? ¿Y si el pecado original no fuese realmente el sexo, sino las transgresiones dietéticas?

Blasfemias aparte, parece que desde los tiempos del Edén, siempre ha habido individuos intentando abstenerse de ciertos alimentos (por pecaminosos o porque engordan), y otros intentando obstaculizar este loable objetivo.

En nuestros días lo vivimos cotidianamente, pues nuestra sociabilización se desarrolla en gran medida alrededor de la comida. Nunca faltan ocasiones en que intentamos mejorar nuestros hábitos alimenticios, y el entorno nos incita a tapear, picar, desviarnos, en fin, de nuestras buenas intenciones.

Para aquellos que deciden adoptar un régimen alejado de lo común (dieta paleo, macrobiótica, u otro), ello puede llevarles hasta la exclusión social, dependiendo del nivel de tolerancia de sus allegados, y dejar de ser invitados a comidas y cenas (verídico, lo he vivido en mis carnes). Siendo esta expulsión dolorosa, pues somos seres sociales, es posible que la presión de nuestro entorno nos lleve a traicionar nuestras buenos propósitos y comer aquello que sabemos bien que no nos conviene.

Para ello, Edward Bach identificó Walnut, y creó este elixir que nos ayuda a evitar las influencias externas, particularmente en momentos de cambio como es la transición hacia nuevos hábitos alimenticios. En efecto, el Nogal promueve la fuerza de voluntad necesaria para no desviarse de su camino y saber decir “no” a los eventuales aguafiestas. En mi consulta he complementado tratamientos de acupuntura anti-tabaco con la toma de Walnut, pues me parece totalmente pertinente en el cuadro de cualquier deshabituación, ya sea de comida no saludable, de tabaco, de alcohol o de otras drogas. Y sabemos bien que los dulces, por ejemplo, pueden constituir una severa adicción.

Es realmente una lástima que Bach llegase tan tarde en la historia, pues Walnut le hubiese ido de perlas a Adán, para ayudarle a abstenerse de la manzana, y seguir viviendo feliz con Eva en el Edén. Quizás el Nogal, como todas las flores de Bach, sea la llave a nuestro paraíso personal, en que reina el amor propio que nos permite estar en paz y en equilibrio con nosotros mismos y, por consecuencia, con todo lo que nos rodea.

Fuentes:

  • BACH Edward, Les douze guérisseurs, Macro Editions 2016.
  • SCHEFFER Mechthild, La terapia floral de Bach, Urano 1992.

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