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De nuevo ha sido la Semana Mundial de la Reflexología, y, como cada año, no he faltado a la cita. Esta vez he organizado un par de talleres sobre la “reflexo de manos para gestionar el estrés”, en el seno de las tiendas de productos bio que me acogen. Aquí os dejo, naturófilos, un resúmen.

Delante de un público enmascarado, equipada de gel hidroalcohólico, guantes (para quien los quisiera) y con las sillas lo más separadas posible, este año me he dispuesto a promover mi disciplina favorita, la reflexología, en su variante más doméstica, la palmar.

Me ha parecido pertinente, en estos tiempos que corren de distanciamiento social, proponer una forma de masaje sencilla y de aplicación sobre uno mismo o sobre el círculo familiar, como la señora Ingham (madre de la Reflexoterapia) hubiese querido, para fomentar el bienestar. Y qué mejor que un pequeño protocolo de relajación, para calmar los ánimos exasperados que predominan en tiempos de crisis.

Después de una breve introducción sobre la historia de la reflexoterapia, definimos lo que esta práctica es o no es, por ejemplo, no es una ciencia, ni una práctica médica ni un arte adivinatorio, sino que es una forma de masaje sobre un punto reflejo (en este caso en las manos) para estimular los órganos internos y promover el equilibrio.

Pero lo más divertido fue la “construcción” de la cartografía palmar. En lugar de revelarles el mapa reflexológico de las manos, les invité a deducirlo, colocando los órganos sobre una plantilla, y dándoles como pista que cada mano representa un lado del cuerpo y que los pulgares contienen los puntos reflejos de cada hemisferio cerebral. El resultado fue bastante picasiano, pero fue un ejercicio de reflexión y de interacción que mis participantes apreciaron.

Les mostré tres técnicas simples: la del “gusanito” para los órganos grandes, la de estimulación y la de dispersión para los órganos más pequeños, como hice hace un año con EndoFrance. Para constituir una secuencia de relajación les propuse los puntos reflejos del plexo solar, el cerebro, la columna vertebral, los pulmones, el hígado o las suprarrenales, principalmente. Practicamos este pequeño protocolo juntas y hubo más de un bostezo, os aseguro.

A pesar que para un masaje refléxológico de manos no es realmente necesario un producto, les hablé de los aceites esenciales de Manuka, Árbol del té, o Lavanda, de acción antiséptica, que diluídos en un aceite vegetal como el de aguacate o el de almendras, puede ayudar a prevenir infecciones.

Finalmente realizamos una lluvia de ideas respecto a las precauciones y contraindicaciones de la reflexología palmar, que se reducen a los tres primeros meses de embarazo, las manos dañadas y los problemas de piel en estas extremidades. Aunque, les advertí, en caso de enfermedad o para las personas en estado frágil, es siempre mejor consultar con un profesional de la salud.

En fin, la reflexología palmar es un granito más de arena en la construcción del bienestar que, como siempre digo, es un compromiso a largo plazo constituído de pequeños hábitos cotidianos. Además de una oportunidad de mimar estas extremidades que tanto trabajan y que a menudo descuidamos.

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