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Verde, roja, blanca, amarilla, montmorillonita, illita, kaolin, ghassoul, granulada, fina o superventilada… es amplio el abanico de posibilidades cromáticas y terapéuticas que ofrece esta ancestral substancia que nos brinda, de sus propias entrañas, la madre Tierra. Interna o externamente, la arcilla constituye una excelente cura detoxificante así como un eficaz agente anti-inflamatorio, entre sus muchas otras funciones.

La arcilla es, en general, antiséptica (pues inhibe la proliferación de elementos patógenos), hemostática, cicatrizante, anti-inflamatoria, calmante, emolliente (reblandece y suaviza la piel), ayuda a eliminar el ácido úrico, es refrigerante y cosmética. Debido a su alto contenido en minerales, es, por suspuesto, remineralizante, efecto del que nos podemos beneficiar tanto a través de su ingesta como en la aplicación de cataplasmas y mascarillas. Dado este conjunto de propiedades y aplicaciones, no es de extrañar que su uso cosmético y terapéutico se remonte a tiempos inmemoriales, y que se mantiene de actualidad, constituyendo un elemento favorito entre nuestros remedios naturales.

En efecto, es rica, a diferentes niveles según el tipo de arcilla, en los siguientes elementos:

  • Sílice: anti-tóxico y remineralizante del tejido óseo, nervioso y respiratorio y regenerador de piel y tendones.
  • Sodio y potasio: reguladores del equilibrio hídrico en el organismo.
  • Zinc: aliado del sistema inmune, está involucrado también en el crecimiento normal de los tejidos y en el correcto desarrollo de ovarios y testículos.
  • Calcio: imprescindible para la formación y mantenimiento de los tendones y huesos. También participa en la coagulación sanguínea como en la regulación del sistema nervioso, y perticipa en la absorción de la vitamina B12.
  • Magnesio: ayuda a la asimilación del calcio por lo que está implicado en el crecimiento de los huesos, además de ser un agente drenante del hígado. Es anitséptico y antioxidante, regenerador celular y contribuye al equilibrio del sistema nervioso central.
  • Manganeso: agente activo en la acción enzimática, ayuda a asimilar la vitamina E, fortalece la memoria y reduce el cansancio.
  • Hierro: necesario para la producción de glóbulos rojos como para la oxigenación de los tejidos y la generación de energía, así como para la formación de colágeno.

Otra de sus características principales es su acción absorbente de líquidos, grasas y gases, como su acción adsorbente de partículas tóxicas en el organismo, intercambiándolas por sus minerales, pues las toxinas son electro positivas y la arcilla es electro negativa. Esto la convierte en un potente detoxificante, al captar las impurezas disueltas en los líquidos corporales y expulsarlas al exterior.

Composición 

  • Illita: es rica en sílice, magnesio, hierro, sales de calcio, potasio y, en menor medida, aluminio. Destaca por su poder de absorción, lo que la convierte en un gran agente anti-edemas por lo que se usa a menudo en forma de cataplasma. Es antitóxica y se usa también a nivel interno. La encontramos de color verde, amarillo o rojo.
  • Montmorillonita: contiene una fuerte concentración de sílice, y también aluminio, zinc, magnesio, óxidos de hierro, manganeso y cal. Es menos absorbente que la illita, pero más adsorbente y la más remineralizante así como detoxificante, de modo que se usa en cataplasmas y curas internas. Es ideal para hacer mejorar el aspecto de las cicatrices. Pede ser verde, amarilla o roja.
  • Kaolin: contine silicio, oxígeno, aluminio e iones hidróxidos. Es ideal para la aplicación en pequeñas heridas cotidianas y en irritaciones de las nalgas de los bebés. Como la montmorillonita, es muy adsorbente. Suele ser blanca, aunque la encontramos en la arcilla rosa también.
  • Ghassoul: originaria de Marruecos, es rica en magnesio, hierro, sílice, calcio, sodio y potasio. Es muy utilizada para mascarillas faciales y envolturas corporales, como exfoliante y limpiador de rostro, cuerpo y cabellos. Es de color marrón. Junto con la illita, es la más absorbente.

Colores

  • Verde: es la más polivalente, y suele ser de illita y/o montmorillonita. Atrapa impurezas, regenera y revitaliza. Absorbe y regula el exceso de sebo en la piel, por lo que es indicada, a nivel cosmético, para pieles normales y grasas. Se usa habitualmente también para curas internas.
  • Blanca: suave y remineralizante, es una arcilla de kaolin, indicada para pieles secas, frágiles y normales. Es la preferida en fitoterápia y para curas internas por su acción anti-tóxica y su muy bajo contenido en ácidos férricos. Su suavidad la hace ideal para zonas cutáneas sensibles y mucosas reactivas.
  • Amarilla: illita o montmorillonita, es rica en minerales, tónica y reoxigenante celular. Indicada para pieles normales, grasas, irritadas o sensibles, la arcilla amarilla se usa a menudo en cosmética, tanto en cataplasmas y mascarillas como en la confección de dentífricos y para el cuidado del cuero cabelludo.
  • Roja: también illita o montmorillonita, es rica en oligo-elementos y promueve la circulación sanguínea. Su alto contenido en hierro (lo que le da su color), la hace indicada en casos de anemia, problemas hepáticos y alteraciones de la mucosa intestinal. A nivel cosmético se recomienda para pieles normales, secas o sensibles.

  • Rosa: es una mezcla de arcilla blanca y arcilla roja, reuniendo las propiedades de ambas, esto es, la suavidad de la arcilla blanca, que la hace apta para las mucosas, y la mineralización de la roja, por lo que es también usada en curas. Particularmente indicada para personas sensibles y bebés.
  • Azul: es una variedad de la arcilla verde y, como esta, elimina las impurezas y las toxinas, devolviendo la luminosidad a pieles normales y grasas.
  • Violeta: en efecto, también encontramos arcilla en este color, aunque en realidad se trata de arcilla blanca teñida con pigmentos naturales. Es de uso externo cosmético y se usa, sobretodo, como ingrediente en productos de maquillaje.

A nivel de textura, la arcilla se presenta en distintos formatos:

– Triturada en pedazos, para cataplasmas o, colada, en baños. Se debe dejar en remojo una noche, en una proporción igual de agua y arcilla, y remover ante de la aplicación, para obtener una pasta untuosa.
– Fina, también para cataplasmas, no es necesario dejar en remojo, se mezcla con agua para obtener la misma textura.
– Surfina, en gránulos de unos 60 micrones, ideal para mascarillas faciales.
– Ultra-ventilada, en gránulos de 20 micrones, sin prácticamente ningún rastro de arena u otros elementos. Es ideal para el rostro, como dentífrico o para la preparación de agua o leche de arcilla.

Cuanto más tiempo la arcilla ha estado expuesta a la luz solar, al aire y a la lluvia, antes de ser comercilizada, más poderosa es. Por ello, en algunos embalajes se especifica “secado al sol garantizado”.

Usos

  • Cosmética: como se ha mencionado, la arcilla es un gran aliado de la piel, cabello y cuero cabelludo, por lo que su uso en mascarillas faciales y envolturas corporales no pasa de moda. Constituye además un buen vehículo para la Aromaterapia, por lo que se mezcla a menudo con aceites esenciales para crear una sinergia de propiedades entre los dos productos.
  • Terapéutica: diferenciamos el uso externo del uso interno:
    • Externo: principalmente en cataplasma para casos de inflamación y/o dolor, incluído el dolor de cabeza. Refresca y calma, por tanto muy eficaz en rampas musculares, tendinitis y menstruaciones dolorosas, por ejemplo (recordemos que es rica en magnesio).
    • Interno: la cura de la arcilla es legendaria, por su eficacia como por su sencillez. En general

      usamos arcilla blanca o verde, y se trata simplemente de dejar una cucharada de postre de arcilla remojar en un vaso de agua mineral, para beber el “agua de arcilla” (y no el poso de la misma) por la mañana, repitiendo el procedimiento por un periodo de hasta tres semanas. Después de este tiempo, se puede hacer una semana de “leche de arcilla” que se prepara del mismo modo que el agua de arcilla pero se consume enteramente, después de haberla removido por la mañana. Esta cura es reputada por su acción benéfica en problemas del tracto digestivo, como úlceras gástricas, gases, distensión abdominal y síndrome del colon irritable, principalmente, pues absorbe gases y toxinas, y calma irritaciones. Sin embargo, está contraindicada en casos de cáncer en el tracto digestivo, embarazo, estreñimiento, hipertensión y oclusión intestinal. También se debe saber que durante esta cura, es conveniente disminuir el consumo de aceites alimentarios y evitar al máximo la ingesta de aceite de parafina, presente en algunos preparados medicinales, pues esta substancia puede endurecer la arcilla en el intestino. Del mismo modo, el efecto de algunos medicamentos puede verse alterado con el consumo de arcilla. Por lo que, como siempre, antes de lanzarse a hacer una cura de este tipo, es conveniente consultar con un profesional de la salud.

Recordar también que para su preparación, es necesario usar un recipiente de cristal y una espátula o cuchara de madera, pues el plástico y el metal pueden interactuar negativamente con los iones de la arcilla. Y que, en su aplicación externa, no se debe nunca dejar secar sobre la piel, pues puede ocluir los poros, ni la tirar por las tuberías, pues puede bloquearlas.
Así pues, las posibilidades de beneficiarse de este bien natural, son múltiples y de fácil acceso, pues la arcilla esta ampliamente comercializada a precios muy asequibles. Sin embargo, si tenemos la oportunidad de disfrutar de ella de manera directa, en su lugar de orígen, no debemos dejar escapar la oportunidad.

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