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Introducirse en el mundo de la Aromaterapia implica entrar en un nuevo universo de sensaciones, emociones y mucha información. Por ello, puede sin duda resultar un poco desbordante, pues la gama de aceites esenciales es infinita, y cada uno de ellos cuenta, generalmente, con un largo listado de propiedades e indicaciones que nos pueden dejar aturdidos y confusos en un primer momento.

Como néofitos, lo más probable es que, incialmente (después de habernos deshecho de los aceites y otro productos “pseudo” aromaterapéuticos, artificiales y sintéticos), hayamos adquirido un pequeño difusor y una botellita de lavanda, naranja o romero, pues estas son esencias familiares de uso práctico: en el dormitorio para relajarnos, en la sala de estar para promover la cordialidad, o en el despacho para potenciar nuestra concentración y memoria, respectivamente.

Pero tal y como nos adentramos en esta aromática disciplina, aprendemos que cuando se combinan varias esencias, estas se potencian entre ella, y es por eso que en Aromaterapia se usan mezclas de aceites, tanto para uso tópico (diluídas, en principo, en un portador), como para su inhalación (en difusores, vaporizadores o en espray), ya que de este modo se consiguen aromas y resultados interesantes.

Así, para poder crear mezclar, vamos a necesitar un cierto surtido de esencias, lo que, teniendo en cuenta que estas, si son verdaderas, tienen un cierto coste, nos puede suponer una considerable inversión (que a la larga amortizaremos, ya que los aceites se usan por gotas y pueden durar años). A no ser que adquiramos, directamente, un Preparado de Aceites Esenciales.

Cuando se trata de firmas de confianza, estos preparados son simplemente un conjunto de tres o más aceites, sin diluir ni adulterar, y por tanto se usan del mismo modo y en las mismas cantidades que los aceites esenciales indiviuales. Acostumbran a ser comercialisados en el mismo formato que los aceites (botellas de cinco, diez, catorce, diecisiete o treinta mililitros), y con diferentes nombres como “anti-celulítico”, “energetizante” o “relajante”, por ejemplo, orientándonos acerca de su uso.

Sin embargo, teniendo en cuenta la diversidad de indicciones de cada aceite, sin duda se le pueden encontrar más aplicaciones a cada preparado, que el que su nombre indica. Por ejemplo, una sinergia “relajante” que contenga lavanda fina, petit grain bigarade y patchouli, puede ayudar también a una piel grasa a equilibrar la producción de sebo y desinfectar los comedones.

Por otro lado, pueden  servir también como base para nuestras propias sinergias, agregándo otros aceites
esenciles.

Son, sin duda, una buena opción, pues son formulados por profesionales y recogen el conocimiento y la experiencia necesarios para conseguir una buena y equilibrada sinergia, ahorrándonos no sólo un dinero, sino también el riesgo de crear un cocktail aromático explosivo e irrespirable, cuando todavía no tenemos este delicado arte muy por la mano.

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