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No es que el resto del año estemos al amparo de excesos. Pero en verano somos más susceptibles de sucumbir de manera desmesurada a nocivos placeres. Es útil, pues, tener a mano un par de remedios naturales para reparar los destrozos.

Exceso de sol

Por más que el calor estival aumente preocupantemente cada año, y que sea del dominio público el peligro que implica la sobre-exposición al sol, seguimos acogiendo con entusiasmo el calor del astro rey sobre nuestra piel. A veces con tanto entusiasmo que nos quemamos, dolorosa experiencia para la que existen eficaces remedios:

Ante todo, evitar las cremas a base de vaselina, pues es un derivado del petróleo que no permite a la piel respirar, promoviendo su deshidratación.

Si no tenemos nada mejor a mano, una mezcla de zumo de limón recién exprimido y miel, a partes iguales, puede calmar el dolor y evitar las ampollas.

Otro remedio simple son las compresas de agua (25cl) y bicarbonato de soda (una cucharada sopera), a renovar cada 15 minutos.

Pero mi remedio estrella es el gel de Aloe Vera, calmante, refrescante y cicatrizante, uno de mis imprescindibles del verano.

Para los adeptos a la cosmética casera, siempre podemos realizar un producto más elaborado con ingredientes naturales. Para ello os propongo un ejercicio:

¿Conoces los ingredientes para realizar un serum calmante?

Recordad que la dilución de los aceites esenciales aconsejada para un producto corporal es del 3%, es decir 60 gotas de aceite esencial por 100ml de vehículo.

En caso de insolación, podemos preparar una cataplasma de arcilla verde, sal marina y agua, y aplicar sobre la frente para eliminar el calor. Se puede renovar cuando la cataplasma se caliente.

De cualquier modo y, como siempre, la prevención es el mejor remedio, por lo que os invito a consultar este otro artículo para preparar la piel para el sol.

Exceso de alcohol

Sueño con el día en que propongan en todos los bares del mundo bebidas no alcohólicas y sanas como el Kombucha, el Kéfir o un buen surtido de mocktails. Hasta entonces, y mientras la alternativa sea el agua con gas, la cerveza sin alcohol y los refrescos clásicos artificiales y super-azucarados, puedo entender que optemos por una buena copa de vino. O dos, o más.

El problema suplementario que supone beber alcohol en verano es que contribuye a la deshidratación a la que ya estamos sometidos por las altas temperaturas, lo cual es fatal para el organismo. Por lo que es necesario poner en marcha algunas estrategias:

Beber un vaso de agua entre dos copas va a prevenir la deshidratación y la borrachera, ya de paso, puesto que beberemos menos cantidad de alcohol. Si esto no es posible, o lo olvidamos, podemos añadir hielo a las bebidas, para añadir agua, aunque los amantes del buen vino tinto me tachen de blasfema.

Cuando ya es demasiado tarde, es decir, al día siguiente, lo mejor es un buen zumo de frutas casero (atención a todo lo que viene envasado, porque suele ser azucarado y no conserva todas las vitaminas). Sin embargo debemos evitar el zumo de pomelo, pues puede contribuir a la acidez del sistema digestivo, y disminuir los niveles de azúcar en sangre, lo cual no ayuda a combatir la resaca.

También podemos confeccionar una bebida anti-resaca mezclando un vaso de agua de coco con el zumo de un limón recién exprimido y con una cucharada de café de carbón activo en polvo. El agua de coco nos aporta minerales como el potasio que nos ayudan a hidratarnos. El limón aporta vitamina C y es un aliado del hígado. Finalmente, el carbón vegetal atrapa las toxinas y nos ayuda a eliminarlas.

Para los adeptos a las veladas alcoholizadas consecutivas, aconsejo hacer en este periodo una cura con extractos de plantas que benefician el hígado, como el diente de león o el cardo mariano.

Recordad, por otro lado, naturófilos que los alimentos copiosos y grasos, así como el café, deshidratan también el organismo, por lo que debemos tener consciencia que, combinados con el alcohol, forman el más explosivo de los cocktails.

Finalemtne, os aconsejo evitar beber alcohol en los aviones, pues la presión de la cabina aumenta la deshydratación.

Exceso de comida

El problema con la comida en verano no es simplemente la cantidad, sino también la frecuencia y la forma de cocinar los alimentos. Pues las comidas en grupo suelen ser copiosas, caprichosas, y reiteradas en período estival. Sin hablar del helado de media tarde, el tapeo y los aperitivos en los que indulgimos empedernidamente durante las vacaciones.

Con respecto a la cantidad, os aconsejo acompañar cualquier ágape contundente con plantas aromáticas como el tomillo, el orégano o el romero, o condimentos, como la mostaza, de acción digestiva, que van a ayudarnos a asimilar los alimentos y minimizar el empacho. Podéis incluso adquirir la costumbre de beber un vaso de zumo de limón en agua tibia en ayunas, para ayudar a alcalinizar el organismo.

En lo que respecta al typo de cocción, en este período proliferan las barbacoas, conviviales y al aire libre. Aunque nos abstengamos de salsas y acompañamientos pesados, debemos recordar que la materia grillada, es decir quemada, produce cáncer, por lo que si no podemos evitar la carne, el pescado o incluso las verduras chamuscadas, nos conviene acompañarlos con verduras frescas, de acción antioxidante, e incrementar el consumo de fruta entre comidas, por su contenido en vitaminas como la C, protectoras de las células.

Finalmente, si por exceso, o por el calor, o porque los alimentos estaban en mal estado acabamos con un ataque de diarrea, un vaso de leche de arcilla, dos o tres veces al día, puede calmar nuestro tubo digestivo, y ayudar a regenerar sus paredes.

Pues ya tenemos, naturófilos, con qué compensar las transgresiones del verano. Sin embaro, que no sirva esto para justificar los excesos, pues la prevención y la sensatez son, sin duda, los mejores remedios.

Fuentes:

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